He decidido pedir a los Reyes Magos y a Papá Noel que intervengan de manera rápida ante el Govern balear para que el IB Salut anule el decretazo del pasado mes de noviembre, por el que se reguló el conocimiento de la lengua catalana para poder acceder a un puesto de trabajo en la sanidad pública de nuestra comunidad autónoma. Conste que hablamos de un decreto que tuvo el voto contrario del Sindicato Médico, SATSE, Comisiones Obreras y UGT. En realidad, se trata de una aplicación arbitraria impuesta por la presidenta Francina Armengol para satisfacer, según parece, al partido nacionalista mallorquín de Biel Barceló, el que viajó de gratis y a todo tren al Caribe y que le ha costado botar del sillón. Lo más flagrante es que ni en Cataluña ni en Euskadi ni en Galicia se han atrevido a sobreponer el derecho lingüístico al sanitario. Menos mal que la consellera de Salut, Patricia Gómez, ha manifestado que no quedará ninguna plaza por cubrir por el requisito del catalán. Además, los sindicatos han considerado que el decreto es un agravio comparativo y que el Govern ha roto la paz social en el importante sector de nuestra saludad pública. La cuestión es que sería una barbaridad que por una cuestión lingüística no se pudieran cubrir plazas en todos los departamento de los hospitales, pero lo correcto, permítanme que insista, sería anular decreto para devolver la paz y la tranquilidad a los sanitarios y al pueblo llano. Así que tranquilos, puesto que desde el hospital Can Misses aseguran que ningún puesto de va a quedar sin cubrir por el decreto del catalán ya que es más importante la calidad asistencial que la lengua. ¡Así sea!
West End
Sabido es que la zona de West de Sant Antoni ha sido el barrio más popular, emblemático y visitado de toda la isla por haber allí discotecas y bares musicales, pero hay que añadir que el Ayuntamiento nunca ha sabido regularlo ni controlarlo de manera práctica. Los años han pasado y la zona se ha convertido en una molestia para el vecindario.
Así que me parece muy bien que la actual Corporación municipal haya decidido que todos los establecimientos estén insonorizados para que la música altisonante no salga al exterior de los locales, como se hace desde hace mucho tiempo en Miami Beach, por ejemplo.
Lo que no me parece tan bien es que ahora se hable de tener que cerrar las terrazas antes de la medianoche ya que sería un agravio comparativo con otras calles de la misma ciudad y del municipio, una medida que afectaría económicamente a muchos empresarios y trabajadores. Controlar los ruidos sí, pero teniendo en cuenta que el West End merece seguir siendo un gran atractivo para los isleños y los visitantes.