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OPINIÓN | Fernando Jáuregui

Las mujeres controlarán la política española en diez años

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Ante la huelga parcial del 8 de marzo, a la que desde luego no pienso adherirme, quisiera aportar algunos datos, impresiones y quizá aprensiones: empezaré por decir que, sin duda, las mujeres controlarán la política española, y seguramente la europea, antes de diez años. Son mujeres las que pueblan ahora la mayor parte de las aulas de Derecho, de Políticas, de Periodismo. La mayor parte de los jueces que ganan oposiciones son juezas, y lo mismo cabe decir acerca de muchas carreras y oposiciones de elite, desde abogados/as del Estado hasta diplomáticos/as.

Las estadísticas cantan: las mujeres copan las carreras de contenido humanístico y jurídico, así como de ciencias de la salud. Los hombres, mas volcados a la empleabilidad inmediata, van a carreras técnicas y Formación Profesional, que siempre garantiza salidas más inmediatas hacia puestos de trabajo. Si continúa la tendencia tradicional de que sean carreras ‘de letras', especialmente las relacionadas con actividades jurídicas, las que controlen los escaños parlamentarios y los altos puestos en la Administración, no cabe duda de que serán mujeres las que controlen buena parte de la actividad política y cultural en la España de los años dos mil.

Cierto que las diferencias salariales y de trato profesional entre hombres y mujeres perviven hasta cierto punto, pero no menos cierto es que el abismo es cada vez menor, y la consideración profesional de las mujeres, que tienen más tiempo para prepararse que los hombres, mejora. Los estudios que he realizado en los últimos años sobre temas educativos muestran una inequívoca tendencia de la mujer hacia los estudios de carácter jurídico, filosófico y de ciencias de la Salud, lo que hace que una mayoría vaya a parar a puestos en la Función Pública, lo que siempre permite una más cómoda carrera política.

Carece de sentido, en mi opinión, pretender ahondar ya en las brechas entre las mujeres y los hombres en el terreno laboral y, más aún, en el cultural; fuentes editoriales me dicen que más del sesenta por ciento de las novelas que aparecen ahora en España (varios centenares cada año) están escritas por mujeres. Y, en las bellas artes, no hay sino que visitar galerías. De la misma manera, me parecen absurdas ciertas demagogias, algunas reivindicaciones poco claras. Las mujeres han conseguido, con una lucha tenaz, una plena integración: al fin somos iguales. Las diferencias salariales en algunos sectores son un indeseable residuo al que le queda poco tiempo de vida.

Por eso mismo, no entiendo los planteamientos machistas que aún perviven en la sociedad española, ni tampoco algunos sedicentemente feministas. Y espero que nadie me coloque en casilla alguna por decir que yo no haré huelga en ningún momento de este 8 de marzo. Tampoco lucharé por la igualdad, que hemos conseguido, entre unos y otras, plenamente, más allá de la denuncia de los citados residuos, que están a punto de morir . Así, este día 8 me instalaré en la normalidad, que es hoy lo que ya prima. Y que me gobierne quien más lo merezca, que hoy por hoy no son precisamente los hombres que están instalados en el poder.

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