Acercándonos al final de las vacaciones y a punto de empezar un nuevo curso en la vida y las actividades de la Iglesia católica, Pueblo de Dios llamado a llevar el Evangelio a todas las gentes, en nuestras Islas de Ibiza y Formentera los que somos miembros de la Iglesia tenemos el gozo de servir como ayuda de todos sin excepción; como seguidores de Jesucristo anunciamos sus buenos mensajes con palabras y sobre todo con la experiencia de nuestras vidas; y siendo personas a vivir con fe, esperanza y caridad, hemos de tratar de ofrecer buenas respuestas a las situaciones personales y sociales de nuestro entorno.
La Iglesia católica existe en nuestras Islas en concreto en las personas que con su presencia y su compromiso, con su apoyo y entrega, la hacen presente en la sociedad insular. Así, gracias a lo que hacéis todos los católicos comprometidos la Iglesia vive y actúa en el Señor resucitado por la fuerza del Espíritu. Y todos estamos llamados, según la responsabilidad que Dios nos ha dado a cada uno, a servir como piedras vivas en la edificación de la Iglesia, aquí y ahora, en este tiempo que es el nuestro.
Y con lo que hacéis cada uno, deseo hacer una memoria agradecida a todas las entidades que viven así, trabajan y hacen el bien. Así deseo valorar la presencia y actividad de las parroquias, a través de las cuales la Iglesia vive en cada pueblo, acompañando los acontecimientos fundamentales de la vida de las personas: el nacimiento, el crecimiento, el amor, el perdón, la enfermedad y la muerte.
En nuestra Iglesia la creatividad y la fecundidad del Espíritu se manifiesta también en otras instituciones y organismos que han ido surgiendo desde el Evangelio para ayudar más a la vida social: los centros educativos y centros de formación, las delegaciones diocesanas de pastoral, los servicios sociales a los más necesitados, como Caritas y Manos Unidas.
Y muchas y buenas personas dan origen, cuidan y promocionan asociaciones, movimientos, cofradías, hermandades, etc. que con sus esfuerzos y actividades son un testimonio elocuente de gratitud, expresan una voluntad de servicio y son una fuente de alegría.
Al estar a punto de empezar un nuevo curso, seamos conscientes de la necesidad, del compromiso y de la urgencia de ir haciendo todo lo que nos corresponde hacer como cristianos, entregados a cumplir cada uno, con sus cualidades y compromisos, la misión de la Iglesia a la que Dios nos llama, nos invita y nos propone.
Como obispo que llevo, gracias a Dios, sirviendo aquí ya más de trece años, me siendo urgido a recordaros que hemos de seguir manteniendo la ilusión y la alegría de evangelizar, ofreciéndonos unos a otros y a toda la sociedad en la que estamos viviendo. El Papa Francisco nos dice: “El mundo necesita el Evangelio de Jesucristo como algo esencial. Él, a través de la Iglesia, continua su misión de Buen Samaritano, curando las heridas sangrantes de la humanidad, y de Buen Pastor, buscando a quienes se han perdido por caminos tortuosos y sin una meta” (Mensaje Jornada Mundial de Misiones, 2017).
Así, pues, guiados por el Espíritu Santo, que hemos recibido potentemente en el Sacramento de la Confirmación, que podamos discernir los signos de nuestro tiempo para avanzar, evangelizando por los caminos del momento en que vivimos.
Buen curso religioso pues a todos y continuad por ese buen camino.