La vice Calvo Poyato, pixit&dizzit, se fue a ver al secretario de Estado del Vaticano con el fin de convencerle ya no para que Franco sea exhumado del Valle de los Caídos, asunto que el Gobierno de España da formalmente por hecho, aunque no acaban de consumarlo. La Calvo se fue al meollo de la más fina diplomacia mundial desde Julio II y el Renacimiento a que el segundo de la Cabeza Visible de la Iglesia, contraviniendo el derecho canónico, impidiera la inhumación de quien fuera Jefe del Estado en la cripta de la catedral de la Almudena en la que la familia Franco tiene tumba desde hace mucho y que está al lado de la plaza de Oriente, desde cuyo balcón Franco decía aquello de «españoles todos» (sin todas). La vicepresidente se volvió a Madrid sin nada, no sé si decir (me perdonen) con el rabo entre las piernas, porque el Vaticano le dijo que aprobaría la salida del Valle si así lo decidía la autoridad competente, que es el prior Santiago Cantera (eso no se lo dijeron, son diplomáticos), añadiendo que respecto a lo de enterrar o no al general en la cripta de la Almudena, que intentaría convencer a la familia. De modo que tenemos el siguiente panorama: si se exhuma a Franco de Cuelgamuros, a donde hay que ir adrede, y se entierra al lado de la plaza de Oriente, muy cerca del fotogénico «Km 0», en la milla de oro de Madrid, en uno de los sitios más turísticos del mundo y en una cripta con 400 columnas en las que además hay enterrados intelectuales como el arquitecto y urbanista Chueca Goitia o aquel magnífico historiador ibicenco, don Bartolomé Escandell, pues creo que Sánchez&Coleta están haciendo un pan con unas tortas.
Opinión/Jesús García Marín
Manca finezza
J. García Marín | Eivissa |