Fue Platón quien sostenía que había que expulsar a los poetas de la República, y en eso debe estar trabajando la nomenclatura podemita porque han conseguido que un juez imponga a un grupo de bardos 50.000 euros de indemnización por sacar a colación en un ripio la bragueta del eximio Líder. Esos doblones irán al bolsillo de Irene Montero. Irene, mujer de Iglesias, fue aquella diputada que se reinventó el castellano y la castellana en el Congreso en su época intensa no de portavoz sino de portavoza, y no contenta con cargarse la lengua de Cervantes ahora va a por los poetas. Luego irán a por el resto de la literatura y finalmente tendremos todos como libro único «El manifiesto comunista» (porque ellos no tienen capacidad cognitiva para entender el Capital) con prólogo de Maduro y notas a pie de página de Echenique o del millonario Daniel Ortega o de Soros.
Sorprende la poca gracia, nulo sentido de la crítica y el escaso apego a la libertad de expresión y a la verdadera cultura que tienen estos ex-escrachistas que ahora gobiernan con uno que dicen que hizo una tesis doctoral. Por lo menos en el tardofranquismo en el bar se podían contar chistes verdes sobre el Caudillo, pero ahora Dios nos guarde de hacer poema jocoso muelle sobre la anticasta que ya es casta. Si Góngora y Quevedo y mi maestro Camilo J. Cela levantaran la cabeza no se podrían creer este 1984-Orwell al que nos vemos abocados por la impasibilidad colectiva. «Yo te untaré mis obras con tocino / para que no me las muerdas Gongorilla / perro de los ingenios de Castilla /...chocarrero de Córdoba y Sevilla...» Hasta donde yo sé Góngora no cobró 50.000 euros por sufrir tan divertidísimo embate de Quevedo. ¿En manos de quién estamos?