Ya ha transcurrido una semana y hoy en día una semana atrás es casi retroceder a la prehistoria. Otras polémicas han sucedido que han tapado aquella surgida la víspera del día de Reyes, cuando en mala hora a no se sabe qué irresponsable del PP nacional se le ocurrió compartir en Twitter un vídeo de un humorista (el tipo se llama Ignacio de la Puerta), donde se pedía a los Reyes Magos «que se lleven» a Pedro Sánchez, al igual que a otras personas ya fallecidas, como Robin Williams o Chiquito de la Calzada.
Verlo no tenía gracia ninguna, más bien al contrario, porque salía un niño que era quien planteaba tan macabro deseo, que ya hay que ser irresponsable para utilizar a un menor y difundirlo el día en que se celebran las cabalgatas de Reyes en todo el país. Sencillamente repulsivo.
Como es natural, se armó la de Dios es Cristo. Y con razón. El PP rápidamente borró el tuit en cuestión y pidió disculpas, diciendo que se trataba de un error y que no era su intención «ofender ni desear mal a nadie», algo bastante lógico, por otra parte. Pero el mal ya estaba hecho y los socialistas no iban a dejar pasar el asunto tan fácilmente. Con evidente sobreactuación, destacados miembros del PSOE acusaron al PP de sobrepasar todos los límites y hubo incluso quien acusó a los populares de ¡incitación al magnicidio! Al final aquello se olvidó pronto, no sin antes poner en manos de la Fiscalía el asunto, tras el acuerdo entre PP y Cs por un lado y VOX por el otro, para desalojar al PSOE del poder en Andalucía. Eso sí que es hiriente y no un desafortunado tuit. La alternancia es una de las cosas mejores de la democracia, pero no todo el mundo opina así.
Desear la muerte de alguien es siempre detestable. Pero hay quien si el objeto del vituperio es un rival político, le parece admisible; y si es un afín, le parece que la Fiscalía debe perseguir al autor. Ahí está el caso de Valtonyc, enaltecido por parte del independentismo y de ciertas formaciones de izquierdas, hasta ponerle como ejemplo de víctima del Estado español, que no es democrático y persigue a un rapero por cantar.
Incluso el presidente Sánchez, antes de serlo, escribió en Twitter que «el mal gusto no puede estar castigado con la cárcel» y defendió el derecho a «la libertad en la expresión artística». Debe ser que Valtonyc puede desear la muerte públicamente, la muerte de gente que tiene ideas políticas distintas pero Ignacio de la Puerta no. A esto hemos llegado.