En 1888 en el periódico matritense Las Regiones, de tendencia federalistas, se publicó un artículo sobre las Pitiusas firmado por un tal Ragul que copia las cuatro paridas habituales de las laudaes hispaniae: Ptolomeo, extensión, cabos, división administrativa y cuando llega al meollo, es decir a tener que esbozar la realidad ibicenca y formenterana, los núcleos rurales por ejemplo, se queda como gato panza arriba escribiendo: «Como los pueblos de que se compone el partido de Ibiza son todos de poca importancia agrícola y su riqueza pecuaria es bastante exigua, no hemos creído necesario hacer una reseña de cada uno en particular, puesto que como son nuevos, y por consiguiente carecen de historia, sería cansado repetir en cada uno lo mismo que el anterior que se describa, por ser en todo las mismas producciones del terreno y porque la mayoría de los habitantes de la Isla se dedican con el mayor esmero y asiduidad a la explotación de sal» ¡Manda huevos con el Ragul de marras! Pero si no dice nada.
De Formentera señala que tiene dos pueblos y que antiguamente era muy asaltada por los piratas y que en ella se crían burros montaraces que no sirven para la industria, menos mal que en la Formentera más llana el trigo crece de maravilla. Y es que era (y es) una constante entre los plumíferos el desconocimiento que había de cómo eran Ibiza y Formentera y también de lo que pasaba allí. Pero hemos tenido la gran suerte de tener tres intelectuales, tres, que se metieron de hoz y coz en nuestra historia y nos dejaron un armazón muy detallado. Me refiero a Macabich, a Joan Mari Cardona y a mi añorado amigo el Dr. Escandell Bonet. ¡Qué gran servicio hicieron estos tres ibicencos a su tierra!