La cama manda en este carnaval-campaña de erecciones generales. Pikolín Sánchez nos desvela con sus reflexiones colchoneras (tan cursis como tediosas) y el garañón liberal Albert Rivera relincha portadas por un affaire con la bella Malú. ¡Qué gustazo! Si esto sigue así no hablarán de la guerra incivil, que es el recurso de tanto memo cainita con ganas de desenterrar el hacha sepultado por la Santa Transición, o del esperpéntico prucés iniciado por los ignorantes racistas que quieren borrar la Marca Hispánica en la dulce Cataluña.
Me vienen tales reflexiones después de fallar el tiro a un impertinente dron en el jardín de casa. El café no afina la puntería como un Bloody Mary... Pero la bahía de San Antonio está en calma como una bañera cósmica; y me alegra que al fin se prohíba la llegada de esos supositorios náuticos que son los modernos ferrys. He salvado a venerables bañistas arrastradas por el tsunami que provocan. Colapsan el tráfico del centro y contaminan. San Antonio debe apostar a lo grande para resurgir de sus cenizas y superar el coto hooligan a que pretendían condenarlo. Este es un buen inicio, y también la esperada reapertura del hotel Portmany, con su preciosa fachada restaurada, que volverá a ser refugio de viajeros hedonistas.
Tenemos todo a favor para ser uno de los mejores destinos del Mediterráneo. Solo falta que los al.lots del PP y PSOE que se desvirgan este año sepan que serán votados para mejorar un pueblo estúpidamente maltratado. Deben colaborar por el bien común, lo mismo que en el resto de España, dramáticamente separada por un colchón y tanto fanático de partido.
En la cama, como en política, los ayatolás son el anticlímax.