El problema de la vivienda en Eivissa y Formentera, persiste y va a más. En los últimos tres años se ha agravado considerablemente y como era previsible, ya afecta de forma directa al presente de nuestra economía y amenaza claramente nuestro futuro. Ya ha dejado de ser un problema que tan solo afecta a un determinado número de familias en situación de extrema necesidad.
Debemos reconocer que el sector de la industria turística de nuestras islas Pitiusas, ha hecho y esta haciendo un importante esfuerzo inversor en la mejora de las infraestructuras hoteleras. Cada temporada aumentan los hoteles de cuatro y cinco estrellas en nuestras islas. Ello debe suponer un salto en los estándares de calidad de nuestra oferta hotelera.
Paralelamente a esa circunstancia, se da otra que va en el sentido contrario y que esta siendo inversamente proporcional a la calidad de los nuevos servicios que esos establecimientos ofertan. Es ya un grave problema el que tienen que afrontar las empresas; y me estoy refiriendo a las dificultades con las que se topan estas a la hora de completar sus plantillas de trabajadores. Resulta contradictorio que como hemos dicho, mejoren sustancialmente los hoteles y por tanto los servicios en ellos ofrecidos y en cambio caiga en picado la capacidad de las empresas para contratar el personal cualificado para atenderlos. Y todo ello por las dificultades que tiene esos trabajadores para acceder a una vivienda digna a un precio al que puedan hacer frente con sus sueldos.
Se acabo el plazo y no valen ya las propuestas a medio y largo plazo. No hay tiempo; la temporada turística se nos viene encima a marchas forzadas y aun siendo conocedores de este problema, esta claro que lo hecho hasta ahora ha sido insuficiente. Ya no caben los paños calientes que puedan disfrazar la situación real; es hora de actuar con contundencia y con las medidas necesarias que tengan repercusión inmediata en la resolución del problema. No se pueden esperar tres o cuatro años más a tomar decisiones drásticas, ya que para entonces sera tarde.
En los próximos dos meses, habrá dos convocatorias electorales en nuestra Comunidad Autónoma y ningún partido que tenga aspiraciones reales de gobernar, puede cerrar los ojos ante esta situación. Ya no valen las promesas electorales para que luego no se cumplan o se empiece a trabajar en ellas en el último año de la próxima legislatura. Hace falta un compromiso expreso de hacer frente a este problema, con propuestas claras y explicitas que se vayan a hacer efectivas nada mas llegar al gobierno de las instituciones, comprometiendo los presupuestos de las mismas para combatir esta gravísima situación.
¿Que más hace falta para que haya una reacción en cadena y coordinada de todas las administraciones? Es hora de poner toda la carne en el asador, aparcar por parte de todos, los intereses de partido, dejarse de demagogia y atacar de forma contundente el problema en cuestión.
¿Queremos realmente poner en riesgo nuestro modo de vida, nuestro presente y el futuro de nuestros hijos? Si la respuesta a esta pregunta es un “no”; hay que actuar con rapidez y firmeza. Estamos llegando a una situación límite en la que no valen componendas para salvar la cara. Aquel partido, sea el que sea, que no este dispuesto a trabajar presupuestaria y legislativamente en darle la vuelta a la situación de forma inmediata, no merecería vencer en los próximos comicios.