Hartitos de las elecciones y de sus políticos melifluos, vamos hoy con algunos datos inéditos, a virar poniendo rumbo a la isla Conejera y a un aspecto de su historia, la construcción de su faro. En 1853 el Gobierno isabelino, siendo gobernador de Baleares José Manso, puso en marcha una serie de mejoras de la mano del cuerpo de ingenieros. Una de las principales fue la del faro de la Dragonera, vital para la navegación a Barcelona. Y otra consistió en dotar a la isla Conejera con un faro para facilitar el rumbo de los barcos al puerto de San Antonio. Dos años después se licitó en Madrid y en subasta pública el coste de la torre conejera. La misma se acordó, entre el Estado y el contratista ganador, en 153.000 reales (entonces como ahora, máxima legalidad en las formas pero las obras se las llevaba un amigo del ministro).
El faro comenzó a levantarse, sobre un proyecto de Emilio Pou, en 1855 y se terminó dos años después: lucía linterna de 3 m de diámetro y sus destellos alcanzaban las 20 millas. Faro de segundo orden, primero se alimentó de aceite, luego de parafina, más tarde de petróleo y hoy de energía solar. En 1859 las autoridades de San Antonio solicitaron la limpieza del puerto al Gobierno, porque con el faro los buques en plena tempestad y con ayuda del faro podría encontrar refugio en aquel caladero. Fueron fareros Domingo Riera Ferrer (1897), Francisco Verger y en 1899 el principal torrero era Antonio Pascual. En 1889 se produjo un accidente entre el faro y San Antonio, un vapor envistió a una goleta. Ya en 1971 el faro se automatizó y se quedó sin farero. Por último añadir que en el litoral de Lugo había también un faro en la denominada isla Conejera o Coelleira.