Baleares y las Pitiusas son un territorio con una tradición cultural muy densa e importante, y desde siempre. Ya había un gran poso cultural en tiempos de los poetas de las Islas Orientales de Al Andalus como estudio María Jesús Rubiera. Turmeda y Ramon Llull son referentes de la cultura universal, lo mismo se puede decir de la cultura universal que transitó y enraizó en nuestras Islas: desde el archiduque Luis Salvador hasta mi maestro, el ya casi olvidado Camilo José Cela que convirtió a Palma en el centro de irradiación literaria más importante de nuestro país, especialmente con los grandes escritores del exilio. El problema es que Cela, amigo de nuestro Vidal Llàser, escribía en español y eso hoy en día orilla a cualquiera, incluso a un Nobel que escribió páginas inolvidables de Baleares. Recientemente, las trajo Fanny Tur, hemos visto las cartas que recibió el gran compositor Baltasar Samper Marqués de don Isidoro Macabich Llobet, ambos unidos por los estudios sobre folclore ibicenco. Es mucho lo que queda por investigar culturalmente en Ibiza, en Baleares, el problema es que las autoridades, en su reduccionismo que además es importado e impostado, quieren ignorar que el abanico de la Cultura es amplio, que lo lingüístico es muy importante pero que hay más cosas en el ámbito de la cultura nuestra y no de relevancia menor. Nada peor que tener a la cultura solo como arma de ciertas políticas, y cuando se ha maleado, usado y utilizado para tales objetivos la pregunta que surge inevitablemente es ¿para qué queremos una Conselleria de Cultura? Es suficiente con una secretaría dirigida por uno que tenga claro los principios fundamentales y sobre todo que sepa manejar las redes sociales.
Opinión/Jesús García Marín
Cultura dirigida
Jesús García Marín. |