L a chica desnuda sobre el Ferrari es una buena imagen de la metamorfosis del verano ibicenco. La estética ha cambiado tanto como la música, de Bob Marley a los bakalaos electrónicos, del mehari de los hippies al bólido de peluqueros millonarios, de las mesas y boîtes donde el único baremo para sentarse o bailar era la personalidad y la belleza a los atestados reservados donde manda la tarjeta de plástico, de los ácratas hedonistas al rebaño clubber que hace cola para encerrarse en una macrodiscoteca de balido único…
Desnudos gloriosos los ha habido siempre con más o menos gracia, y jamás los he encontrado indecentes. Lo que me espanta son las declaraciones de la vicepresi socialista diciendo que un barco no tiene permiso para rescatar inmigrantes. Cómo se les nota a estos burrócratas oportunistas el pelo de la dehesa. ¡La primera ley del mar es ayudar al que está en peligro! Pero los mamones de la teta pública se pasan dos mil años de cristianismo, derechos humanos, el honor y la compasión por el forro de la entrepierna y cambian sus principios según manden o hagan oposición.
También resulta pornográfico el empeño de los burrócratas planetarios por hacer sus cumbres en ciudades en lugar de un portaviones o una finca perdida. Biarritz está paralizada por unos políticos que se creen estrellas de rock. ¡Ni siquiera Luis XIV se hubiera atrevido a tanto! Sigue mandando el todo para el pueblo pero sin el pueblo, pero sin rastro de modales versallescos.
Y el verano pitiuso sigue ofreciendo alternativas magníficas: hoy toca Antonio Baciero en San Carlos y habrá desnudos gloriosos ofreciendo cócteles de mezcal a la luz de la luna entre la realidad y el deseo.