Se va acabando el presente año y con ello llegan los balances por parte de todo tipo de cargos públicos, sobre lo conseguido en los últimos doce meses. En estas mismas fechas, también se aprueban los presupuestos de las diversas administraciones; provocando para unos, esperanza e ilusión en el año nuevo venidero y mal estar y decepción para otros.
Evidentemente aquellos que apoyan con su función al gobierno de turno, sin duda se muestran encantados con las cuentas aprobadas para el próximo ejercicio y suelen regresar a pasar las fiestas navideñas henchidos de orgullo y satisfacción. Contrariamente, aquellos que están en la oposición suelen airear públicamente todos los malos augurios que se les ocurren, para el negro futuro al que nos condena el gobierno de turno con sus presupuestos.
Pero la verdad, es que ni los unos, ni los otros, se paran a pensar en lo que realmente deberían, es decir en la sociedad, cuyo bienestar habría que perseguir con los presupuestos de turno. La mayoría de ellos, tanto los que gestionan, como los que dan apoyo a los ejecutivos, como los que tienen que controlar esa gestión; lo cierto es que solo piensan en ellos mismos y su único compromiso lo tienen adquirido con sus partidos políticos y no con la sociedad a la que representan.
Resulta muy complicado encontrar representantes públicos que realmente velen por los ciudadanos a los que representan, que prioricen aquello que se necesita para resolver los problemas que tenemos en las Pitiusas, por lo que viene siendo habitual que venza sistemáticamente la postura que defiende el partido de turno. Suele ir por delante el contentar a quien le ha puesto en la lista, con la intención de que en un futuro se le siga manteniendo en la misma, se impone el miedo a perder el estatus, sobre el compromiso adquirido con los electores.
Solo así se puede explicar lo que se esta viviendo en Eivissa y Formentera últimamente. Llega menos dinero de Madrid y no pasa nada y vemos cómo nuestros representantes en la capital, en lugar de recriminar y criticar esta circunstancia, intentan disfrazar la realidad haciéndonos creer que la inversión que se hace es espectacular. Mientras, tenemos un tanque de tormentas en el puerto que sigue sin funcionar como estaba previsto; continuos problemas de vertidos de fecales al mar, procedentes de una planta depuradora obsoleta. Se sigue esperando la resolución definitiva, que ha de pasar por la finalización y puesta en funcionamiento de la nueva depuradora de Sa Coma, algo que según parece todavía esta lejos en el tiempo, ya que hace unos días se anunciaba un nuevo e importante retraso por dificultades relacionadas con el proyecto definitivo. Lentitud inaceptable, cálculos mal hechos, etc. y nuestros representantes electos parece que nada tengan que decir.
Desde hace años tenemos que soportar un agravio comparativo con Mallorca en el tema de transporte público terrestre. Los millones llueven en la mayor de las islas de nuestra Comunidad Autónoma, y aquí las mejoras son escasas y llegan a cuentagotas. Un año tras otro se viene reclamando el traspaso de la gestión integral del agua a los consells y desde Palma se hacen oídos sordos y se sigue negando tal posibilidad. En Formentera se cierra la oficina del IBAVI y en lugar de ver una más que evidente falta de respeto a los residentes de la isla con problemas de vivienda, se agacha la cabeza y se acepta estoicamente y sin más tal barbaridad. Y los representantes de las islas en Palma votan a favor de todo lo que se decide desde Mallorca.
Estos son solo algunos de los problemas que afectan a nuestras islas y sobre los que nadie levanta la voz lo más mínimo, no sea que se disgusten los de arriba y vayan a retirarles su apoyo. Debería finalizar ya la política del miedo y luchar más por aquello que realmente necesita soluciones urgentes. A ver si alguien se atreve a hacer un balance de lo que esta pendiente y de todo aquello que injustamente queda fuera de los presupuestos que se aprueban.