La crisis sanitaria en nuestro país está afectando gravemente al conjunto de la sociedad española y provocará, sin duda, un escenario económico complejo que requerirá de esfuerzos individuales y colectivos y una fuerte inyección de liquidez y flexibilidad fiscal por parte del Gobierno con la mirada puesta en una recuperación en el medio o largo plazo.
Si la especialización turística de Baleares fue determinante en una salida más rápida a la anterior crisis económica, esta vez afrontamos una crisis de distinta naturaleza que desencadenará un efecto negativo mayor por la paralización obligada motivada por el estado de alarma.
Baleares es muy sensible a cualquier factor negativo que afecte a los flujos de demanda turística y su efecto rebote provoca siempre un impacto en una oferta ligada fuertemente al sector servicios que, a su vez, compromete el mantenimiento de cientos de miles de puestos de trabajo. A la quiebra del gigante turístico Thomas Cook se suman ahora los efectos de una crisis sanitaria internacional que ha mantenido paralizada prácticamente toda actividad industrial y comercial.
Si es ya una obviedad que esta crisis producirá un desequilibrio económico en nuestro principal ámbito productivo, voces autorizadas apuntan que el turismo podría ser una de las últimas actividades en lograr una recuperación que le permita alcanzar los niveles de demanda reciente.
La desconfianza será también otra batalla que dar cuando se reanude la actividad turística. El temor a viajar puede extenderse y convertirse en un inconveniente más para un sector muy dependiente de la seguridad de sus destinos. Para incentivar el ánimo en los principales mercados emisores deberemos generar una percepción real de seguridad en el visitante potencial a fin estimular de nuevo su confianza. Y para aflorar todo este caudal de tranquilidad será concluyente demostrar que somos un destino seguro y libre de pandemia.
Una de las medidas a implantar será la de fijar controles sanitarios en en puertos y aeropuertos. Esto evitaría la propagación del virus entre la población local una vez se abran las islas al tráfico común de pasajeros, pero puede resultar insuficiente para estimular el flujo turístico necesario.
Frente a una crisis sanitaria tan globalizada, la demanda turística necesitará certificar la seguridad del destino al que se pretende viajar. Desde Baleares debemos proyectar esas certezas y evidencias científicas que demuestren que somos un destino libre de coronavirus.
No existe otra medida más eficaz que promover la práctica de tests masivos. Solo así conseguiremos tomar la delantera al virus y anticipar una salida sanitaria y económica que hoy todavía se antojan inciertas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya alertó que la clave para contener contagios se encuentra en la identificación, mediante tests masivos. Su director general, Tedros Adhanom, ya advirtió públicamente el pasado 16 de marzo que si no se hacían test masivos «los casos no podrían aislarse y la cadena de infección no se rompería».
Mientras todo esto sucede, el Gobierno de las Islas Baleares ha optado por desatender las recomendaciones de la OMS y renuncia a una práctica masiva de tests entre la población. Una decisión equivocada.
Tras haber superado un mes de confinamiento creo que ha llegado la hora de diagnosticarnos a todos. Debemos conocer la verdad y detectar el impacto epidemiológico en nuestra población tras haberse levantado la suspensión de las actividades profesionales. Es el momento de conocer, individual y colectivamente, toda nuestra toda fortaleza inmunológica para afrontar una salida solvente del estado de confinamiento. Es el momento de no cometer imprudencias, la salud siempre es lo primero.
La lógica más elemental nos dice que medidas de diagnóstico generalizado entre la población servirían para fotografiar la situación epidemiológica local y programar una salida sanitaria controlada. Y en segundo lugar, posibilitaría lanzar un mensaje de transparencia, superación y confianza hacia los mercados emisores y encarar así la recuperación económica una vez superada la primera preocupación de todas que es la crisis sanitaria.