Los premios siempre son bienvenidos. Hacen mucha ilusión y sirven, por lo general, para sentirse bien con un mismo y tener la satisfacción de que alguien ha reconocido que has hecho algo bien en esta vida. Supongo además que si lo que te dan es el premio Princesa de Asturias de la Concordia, destacando «el heroíco espíritu de sacrificio», la satisfacción tiene que ser mucho mayor.
Sin embargo, y hablo desde el desconocimiento que tiene ser periodista y no enfermero, médico y cualquier tipo de profesional de la rama sanitaria, tal vez muchos de estos premiados agradecerían mucho más contar con más medios en su día a día, sin ser víctimas de los recortes que han hecho unas y otras administraciones en el ámbito de la Sanidad. Tal vez cambiarían este reconocimiento, que al final queda en un mero formalismo, por no tener que seguir luchando contra el coronavirus y otras pandemias prácticamente a pecho descubierto, sin apenas protecciones y poniendo en riesgo sus propias vidas. Tal vez y solo tal vez, alguno de nuestros grandes dirigentes políticos, rojos, azules, morados o naranjas, podrían pensar de una vez por todas y de manera eficaz que no suele ser bueno que los que nos tienen que cuidar tengan pocos medios. De nada vale que te den un premio Princesa de Asturias de la Concordia si no se aumenta el presupuesto en Sanidad, si no se destinan más medios y si no se protege la vida de nuestros profesionales. Los premios vienen bien para el ego, para sentirte bien, pero viene mucho mejor seguir vivo cada día y no trabajar con miedo a poderte contagiar.
El mejor premio sería que de una vez por todas, los que nos tienen que gobernar dejen el tú más y se dediquen a arrimar el hombro por encima de diferencias. Dicho esto. ¡¡Un millón de gracias a nuestros sanitarios!!»