Estos días nos ha visitado Joan Melé. Entre otras actividades hemos tenido el honor de disfrutar en el Palacio de Congresos de Santa Eulalia, de la presentación de su último libro, Seres humanos o marionetas, en el cual, de forma novelada, Joan reflexiona sobre su visión del mundo. Joan se presenta a sí mismo como banquero, pero yo le digo que no, que no es solo eso, que además de eso, es un filósofo de tomo y lomo. Claro, según lo que entendamos por un filósofo, en este caso un ser humano consciente de sí mismo y del mundo que le rodea. No es poca cosa. Sí, Joan se dedicó a la banca durante más de 40 años, hasta que insatisfecho con las prácticas que observaba en el sector decidió parar máquinas y dedicarse a promover la banca ética. Desde entonces fomenta iniciativas sobre el uso consciente del dinero, lo que viene en llamarse economía consciente. La idea economía comparte raíz con la idea ecología, eco-, en griego oikós, que significa hogar. Ecología sería algo así como la lógica (logos) del hogar, mientras que la economía sería la ley (nomos) del hogar. La gestión actual de nuestro hogar, el planeta tierra, y de la utilización de sus recursos dista mucho de ser una economía consciente, la cual podemos entender como la síntesis de ambos términos en la ecosofía del hogar; un cuidado sabio (sophós) y responsable, esto es maduro, de nuestro hogar individual y colectivo.
Joan es un libro abierto en este sentido y no se queda ahí. Como buen filósofo y hombre del renacimiento, su visión omniabarcante le lleva a reflexionar sobre las cuestiones esenciales del ser humano, las cuales sintetiza en la gran pregunta: ¿qué es en esencia un ser humano? Según Joan, un ser humano es en esencia un ser destinado a amar, a ser libre y a crear. Amor, libertad y creatividad que no entiende como habilidades sino como cualidades esenciales, como capacidades que nos constituyen en nuestra autenticidad más profunda. Con esta visión Joan se adentra de forma penetrante en la realidad que hoy nos envuelve y analiza los fenómenos que nos ocurren a la luz del ser humano amoroso, libre y creativo que estamos llamados a ser. El resultado es, por un lado, desolador y por otro esperanzador. Aparece un mundo plagado de fuerzas oscuras, bajas pasiones y espurios intereses que gobiernan el mundo. Estos intereses ausentes de moral son el origen de los problemas que hoy nos afligen. Pero Joan es optimista y cree que todavía estamos a tiempo de revertir esta deriva hacia el caos y la destrucción. Su concepto rector para regular el devenir de la humanidad en el planeta es lo que Joan denomina la vida digna: que todo ser vivo sea capaz de vivir una vida digna en este planeta. La vida digna es aquella vida que permite expresar las cualidades esenciales de todo ser vivo, cada uno en su naturaleza.
En su aspecto más filosófico Joan es miembro hace muchos años de la Sociedad Antroposófica y considera a su creador, Rudolf Steiner, su gran maestro. Rudolf Steiner es uno de esos seres humanos visionarios por encima de la media; fundador de la educación Waldorf, la agricultura biodinámica y la medicina antroposófica, creaciones que envuelve en una filosofía de vida, la antroposofía, que entiende claramente como una experiencia y como un sendero de conocimiento espiritual. El mismo Steiner, además de sus propias experiencias, digamos místicas o visionarias, hunde sus raíces en la tradición de filósofos románticos como Goethe y su visión del mundo, para el cual el pensamiento es como un órgano más capaz de percibir ideas que luego el ser humano puede poner en práctica. Se masca el idealismo alemán en toda esta forma de entender el mundo como un todo interrelacionado, que nos viene del renacimiento y tanto hemos dejado de lado.
En esta visión del mundo Joan cree que el camino para solucionar los problemas que acucian hoy a la humanidad pasa por un bello concepto, el arte social. El ser humano tiene que ser capaz de desarrollar un arte social, teniendo a la sociedad, a sus relaciones, a sus necesidades, a sus virtudes, como la materia artística sobre la que volcar sus capacidades de amor, libertad y creatividad, tal y como ha hecho con otras materias como la pintura, la escultura y en algunos períodos de la humanidad con uno mismo, en la práctica de hacer de uno mismo una obra de arte. Un arte que debe inventar un nuevo concepto de capital y de propiedad sobre la base de la libertad cultural y espiritual, la igualdad jurídica y la fraternidad económica, un nuevo concepto, y en eso se muestra hegeliano, capaz de superar la dialéctica capitalismo-comunismo que tanto daño está haciendo.
Para realizar esta esperanza, para poner los medios para hacer esto posible Joan piensa que la educación es el vector fundamental sobre el que debemos incidir, para educar niños en libertad, en amor y en creatividad, cosa que hoy por hoy no está ocurriendo. Hoy se educa a los niños para producir, para adaptarse a la sociedad. Joan detesta esta adaptación a una sociedad enferma; «No permitamos que los niños, luego adultos, se adapten a una sociedad enferma, antes que eso cambiémosla. Con este ideal Joan ama la educación como la actividad que más le gusta desarrollar y que el entiende vocacional en sí mismo y a la que dedica su momento presente. Muchas gracias Joan por tu valentía al destapar los males que hoy nos afligen y tu esfuerzo por expresar tan bellas cualidades humanas.