Sólo alguien que ha consagrado su vida a la política como lo ha hecho la presidenta del Govern, Francina Armengol, puede sublimar el engaño hasta el nivel de sutilidad con que ella y sus asesores lo hacen, con pasmosa facilidad. Es un don que no todo el mundo posee. No por mentir en sí, que es relativamente fácil, sino por su asombrosa capacidad de urdir una excusa que disfrace la mentira, por burda y descarada que sea.
El alcalde de Ibiza, Rafa Ruiz, organizó el pasado lunes una ‘reunión de trabajo' a las 14 h. en el salón de plenos del ayuntamiento, donde no se celebran plenos presenciales desde el día 3 de agosto del año pasado. Asistieron, además de Armengol y el conseller de Mobilitat i Habitatge, Josep Marí Ribas, seis empresarios ibicencos. Se encargó a una empresa de catering la adecuada provisión de comida y bebida, lo que sugiere que se trató de una comida de trabajo que no hubiera podido celebrarse en un restaurante porque el interior de los mismos en Eivissa está cerrado y en una terraza no se hubiera podido por las restricciones del propio Govern, al superar los dos núcleos de convivencia. Desde el Ajuntament d'Eivissa y desde el Govern se insiste en que fue una reunión de trabajo. Sin embargo, en la agenda pública de Armengol no consta ninguna reunión de ese cariz y el consistorio no informó de dicha reunión, sino que se ocultó cuidadosamente.
En su día también se arguyó burdamente que la cena de miembros del Govern que terminó en el Hat Bar bebiendo gintonics había sido una cena de trabajo, por más que no se cargó al erario público como hubiese sido lo habitual si se tratase de algo oficial. Y es que la gente ya está muy harta de tanta tomadura de pelo del Govern, que recomienda evitar reuniones de trabajo presenciales pero las celebra de tapadillo mientras comen con empresarios, algo que los demás no podemos hacer porque uno no puede juntarse ni con sus hermanos en casa de sus padres. Sus excusas ya no cuelan y son ofensivas.
«Todo el mundo miente, todos los días, a todas horas; despierto, dormido, en sueños, en momentos felices, en su hora de dolor; aunque no mueva la lengua, ni las manos, ni los pies, ni los ojos, con la actitud expresa del engaño…, y lo hace intencionadamente. Incluso en los sermones… Pero basta ya de cantinelas», escribió Mark Twain. Todos mienten, lo sabemos, pero paren ya de buscar coartadas ridículas. No insulten.