En los últimos días se ha manifestado, una vez más, la esperpéntica situación existente en nuestro querido puerto de Eivissa, así como la desidia e inutilidad municipal para defender el interés general del que tanto se vanaglorian en elecciones.
Ya que existe una extensa hemeroteca (a la que contribuí en mi etapa como concejal con numerosas mociones y preguntas), no me extenderé sobre la multitud de cuestiones problemáticas y polémicas que han salpicado la historia del puerto, y que en general son de sobra conocidos. Más bien, creo que es mejor explicar la situación a grandes rasgos para que a usted, querido lector, no le quede la más mínima duda al respecto.
Básicamente en esta historia hay dos actores principales con intereses compartidos o contrapuestos, según el caso. Por un lado, la Autoridad Portuaria de Baleares (APB) con su obsesión enfermiza por hacer caja y por el otro, el Ayuntamiento de Eivissa con un deber teórico de defensa del interés público; personas, entidades y empresas del municipio. Teórico, claro.
Lo normal y lógico, es que exista una coordinación entre instituciones que favorezca ambos intereses, y que, en caso de discordia, se negocie cediendo ambas partes, no siempre el Ayuntamiento, que es lo habitual.
Pero ¿de qué tipo de negociación hablamos? A ver como lo explico suavemente para todos los rangos de edad. Ya está, ya tengo un ejemplo gráfico. Imaginen una tuerca y un tornillo cara a cara. A la tuerca, llámenla Ayuntamiento, y al tornillo, APB. Denle la vuelta a la tuerca e introduzcan el tornillo. Ambos sonríen. ¿Me he explicado?
Esta actitud municipal de permanente pleitesía y sumisión, (iniciada por el PP en 2011), se produce a cambio de miserables platos de lentejas, aunque para el actual Sr. Alcalde y su mundo de unicornios rosas, se obtienen grandes logros como, por ejemplo, poder pasear libremente por el puerto sin vallas que estorben. Por el contrario, la APB de una forma más pragmática, obtiene impunidad y arbitrariedad para su máquina del dinero.
Como ejemplo de esta actitud, recuerdo una reunión a finales de 2015 de Portavoces municipales con el Director de la APB. En referencia al edificio de es Martell, cuestionando al Sr. Gual de Torradella, sobre es Martell con preguntas tipo, si solo habrá oficinas para dar servicio a la marina en dicho edificio, ¿para qué quieren 600 mts2? Cuando este señor se encontró sin argumentos, ¿qué sucedió?, que el alcalde en la sombra, el Sr. Molina se interpuso en la conversación defendiendo al Sr. Gual y zanjando el tema. Esta anécdota, aunque simple, es una muestra muy expresiva de lo que ha sucedido en el puerto: la APB ha hecho lo que le ha venido en gana, mientras los políticos municipales aplaudían y miraban hacia otro lado obviando su trabajo y desprotegiendo el bien general (construcción de aparcamientos, acceso público, espacios municipales, es Martell de titularidad municipal, control de obras y actividades, etc.).
Casi en el olvido quedan las manifestaciones de la actual presidenta de la Comunidad Autónoma (Sra. Armengol) responsable de los nombramientos de la APB, cuando siendo candidata al Govern Balear (26/04/2015), afirmaba “Me comprometo a que Rafa Ruiz, como alcalde de Vila, podrá no solo opinar, sino también decidir cómo quieren los ciudadanos de Eivissa este puerto”. Donde dije digo, digo Díego.
Sí, cada vez está más claro. Para que exista una correcta relación portularia, solo se necesitan dos elementos: un tornillo que quiera dar y una tuerca que quiera recibir. Y desgraciadamente, de tuercas vamos servidos en este Ayuntamiento.
Disfruten lo votado.