El Evangelio de este domingo trata de la tempestad calmada. Después de despedir a la gente, Jesús dice a los Apóstoles: Crucemos al otro lado del lago. Le llevaron en la barca donde se encontraba para predicar, y le acompañaban otras barcas. Este detalle nos recuerda a los isleños la fiesta de la Virgen del Carmen que durante la procesión marítima acompañan la sagrada imagen de la Virgen, Estrella del Mar, Patrona de la gente de la mar. Y siguiendo el episodio evangélico tiene lugar una gran tempestad de viento, y las olas se echaban encima de la barca. El Señor estaba en la popa durmiendo sobre un cabezal. Entonces lo despertaron, y le decían: Maestro, ¿ no te importa que perezcamos? . Jesús se levanta, increpa al viento y dijo al mar: ¡ calla, enmudece!. Y se caló el viento, y se produjo una gran bonanza. Jesús les dijo: ¿Por qué tenéis miedo?. ¿Todavía no tenéis fe?. La vida del cristiano es comparable a una barca. Igual que una embarcación está sujeta a muchos peligros, tempestades, escollos, incendios, así el hombre se ve asaltado en su vida por muchos y diversos peligros, tentaciones, ocasiones de pecar, escándalos, respetos humanos, y sobre todo por las pasiones desordenadas. No por eso hay que desconfiar ni desesperarse.
En esta vida tendremos luchas, nos lo dice el Señor, pruebas duras, momentos de sufrimiento, momentos de dolor, pero hay que tener fe en la Divina Providencia que cuida con amor a todos sus hijos. Después de la tempestad viene la calma, Pongámonos en manos de Dios, que es quien tan sólo nos ha de liberar de todos los peligros. La misma Iglesia, dice el Papa Francisco, tiene crisis. La causa de muchos males es la falta de amor a Dios y a los hermanos. De las primeras comunidades cristianas se decía.” Mirad como se aman”. Pero si no hay justicia no puede haber paz ni amor. En todos los tiempos de la historia de la Humanidad ha habido crímenes horrendos, torturadores, asesinatos y muertes violentas. Los más vulnerables son los niños inocentes que todavía no han visto la luz del sol, que han nacido en medio de la pobreza y del sufrimiento, personas que no tienen trabajo ni un techo para cobijarse. Si se prescinde de Dios no podemos encontrar otra cosa que la destrucción total de la humanidad. Unos por su egoísmo acaparan todo, y otros en cambio carecen de os estrictamente necesario para poder subsistir o mueren de hambre. Según nuestras posibilidades ayudemos a las entidades que trabajan para atender a los más necesitados: Caritas, Cruz Roja, Manos Unidas. El Señor no dejará sin recompensa a los colaboradores.