Un amigo me comentaba que esto del coronavirus toca a su fin. Que España aún tenga un número considerable de infectados y que lidere el ranking europeo parece que se compensa por el hecho de que el turismo esté recuperando su pulso turístico, aunque se esté lejos de la recuperación para decir que la temporada es buena. Ver terrazas de restaurantes llenas de turistas, playas masificadas, parece que está cambiando el estado de ánimo de la población cuando hasta hace no mucho debíamos refugiarnos en casa a las 23.00 horas y evitar reuniones con amigos y familiares. Eso los que no han tenido que ser hospitalizados o ver como alguno de sus familiares fallecía en una UCI.
Pero el optimismo de mi amigo se basaba en el hecho de que las noticias sobre el coronavirus ya no son las más importantes de los informativos en las televisiones y que hay días, destacaba, que el covid ni siquiera merece un pequeño espacio en los telediarios. Visto así tiene toda la razón del mundo y es significativo que los ciudadanos que no están pendientes las 24 horas de las noticias crean que esta pesadilla toca a su fin, y que tendremos que acostumbrarnos a vivir con el virus, a llevar siempre con nosotros la mascarilla, y a vacunarnos cada año para protegernos.
La portada de este periódico también confirma la teoría de mi amigo sobre que el virus está dando los últimos coletazos, que ya no hay vuelta atrás, y que la pesadilla que hemos vivido durante más de un año y medio previsiblemente la podremos olvidar muy pronto. Echen un vistazo y verán que han vuelto con fuerza las noticias habituales del verano ibicenco con accidentes, ahogados, robos y los personajes de siempre, mientras las informaciones sobre el Covid van perdiendo protagonismo. O quizás el covid ya forma parte de nuestras vidas.