Contaba Hristo Stoichkov que un día Johan Cruyff se apostó 100.000 pesetas con él a que no hacía dos goles en un partido. «Hice uno en la última jugada del primer tiempo. Apenas empezó el segundo, anunciaron un cambio. Cuando vi que levantaban el cartel ya sabía que el que salía era yo», apuntaba entre risas el estilete búlgaro. Eran los años 90 y el genio holandés ya se marcaba lo que los adolescentes de hoy en día calificarían de una «padreada» de manual. Cruyff en estado puro. Ayer se cumplieron seis años de su muerte. Maldito cáncer. Mi padre también era un genio en el arte de «padrear». Cuando Samuel no había cumplido ni tres años compró una cama elástica del tamaño de un ring de boxeo. Padreando a lo grande: genio y figura. Diez años ya en el recuerdo.
«Salgan y disfruten». Cuentan las crónicas que esta fue la táctica planteada por Johan Cruyff en los vestuarios del mítico estadio Wembley el 20 de mayo de 1992. Tras 120 minutos de juego frente a la Sampdoria, el Barcelona alzaba su primera Copa de Europa. Ese «salid y disfrutad», que años después verbalizó Frank Rijkaard en otra Champions, era una filosofía de vida llevada a los terrenos de juego.
Ya saben aquello de que a este mundo se viene para ser feliz. «El dinero tiene que estar en el campo, no en el banco», fue otra de las sentencias que nos dejó en vida el ‘Tulipán de oro'. En el caso de las administraciones públicas el dinero debe estar donde toca para mejorar la vida de la ciudadanía. Ese dinero que el Govern balear debería poner sobre la mesa para evitar la fuga de oncólogos de Can Misses. Oncólogos e investigadores, «padres», que hacen posibles fármacos como el anunciado ayer, que frena el cáncer de mama en un 75 por ciento de los casos. Padres. Genios. Héroes sin capa, gracias.