El Evangelio, entre otras cosas, nos habla de la pesca milagrosa. Es la tercera vez que Jesús resucitado se aparece a sus apóstoles. Se presenta ante ellos junto al mar de Tiberíades. Los Santos Padres y Doctores de la Iglesia han comentado este episodio en sentido místico: la barca es la Iglesia cuya unidad está simbolizada por la red que no se rompe, el mar es el mundo, Pedro en la barca representa la suprema autoridad en la Iglesia, el número de peces significa el número de los elegidos. Jesucristo había prometido a Pedro el Primado de la Iglesia. A pesar de las tres negaciones del Ápostol durante la Pasión, el Señor le pregunta por tercera vez si lo ama. Pedro reconoce su debilidad y exclama : Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo. «Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas».
La razón del Primado, Pedro y cada uno de sus sucesores, es Pastor de toda la Iglesia y Vicario de Cristo en la tierra porque desempeña la potestad vicaria del mismo Cristo. El amor al Papa, al que Santa Catalina de Siena llamaba «el dulce Cristo en la tierra», debe estar cuajado de oración, sacrificio y obediencia. Su dignidad, ciertamente es la mayor existente en el mundo, pero no es menos importante su responsabilidad.
El Magisterio de la Iglesia interviene en el campo moral, porque es su misión predicar la fe que hay que creer y practicar en la vida cotidiana. Esta competencia se extiende también a los preceptos específicos de la ley natural, porque su observancia es necesaria para la salvación.
Por esta razón los cristianos hemos de rezar todos los días por el Papa. Que el Espíritu Santo lo ilumina y lo asista para que su solicitud pastoral sea para el bien de la Iglesia que es Santa, Católica , Apostólica y Romana.