En España nuestro legislador está viciado de una diarrea legislativa que parece estar más encaminada a dificultar y entorpecer la vida de los ciudadanos que de poner solución a sus problemas, elaborando leyes que crean problemas donde no los había. Los ganaderos, agricultores, cazadores y pescadores están ya acostumbrados a que alguien que sólo ha visto el campo en fotografías les pretenda regular su actividad con total desprecio a sus necesidades y con efectos contraproducentes para el medioambiente.
Los políticos tan sólo se acuerdan de los payeses cada cuatro años para pedirles el voto y prometerles medidas que jamás se llevarán a cabo. En Ibiza sufrimos una plaga de torcaces que acaba con casi el 30% de producción de muchos agricultores e incluso amenaza el equilibrio de nuestro ecosistema. A pesar de ello, las administraciones se han lavado las manos y les han abandonado. Sólo los cazadores están contribuyendo a su control, a pesar de las estúpidas normas que impiden su caza sin cupo ni veda. Parece que muchos no entienden que los cazadores no sólo contribuyen al equilibrio del ecosistema, sino que incluso, siembran, alimentan y dan de beber a muchas especies que no cazan para garantizar su supervivencia.
El único fin de la última majadería legislativa en materia de derechos de los animales es la publicidad y no su bienestar. Burocratizan de manera absurda e imponen sandeces como hacer un curso para tener un perro o incluso que el perro supere una «validación de comportamiento», así como prohíben la cría, transmisión y utilización de animales en eventos culturales. Todo ello está regado con sanciones de hasta 200.000€. Es imperativo luchas contra los urbanitas con un cargo que imponen su ignorancia sobre un sector al que demonizan injustamente.