En lo que va de año, se han producido en el puerto de Ibiza un mínimo de cinco vertidos de aguas fecales. En ses Feixes de Talamanca no se quedan atrás. Por no hablar de esas zonas de la ciudad en las que sabes que sí o sí las heces volverán a invadir las aceras a poco que llueva. La playa de Talamanca no es hoy ni sombra de lo que fue. La mierda nos asedia literal y periódicamente sin que nadie mueva un dedo para evitarlo. La situación se ha normalizado cuando debería ser un escándalo cada día más grande.
Los vertidos de fecales afectan al medio ambiente y a la salud de las personas. Tiene que ser un infierno vivir cerca del torrente de sa Llavanera y soportar la peste que provocan los desagües de una depuradora a punto de reventar. En ses Feixes, afirman que hay zonas del humedal que son ya irrecuperables.
La ministra Teresa Ribera, la presidenta Francina Armengol y el alcalde Rafa Ruiz son las caras visibles de un problema que no se ha solucionado en décadas por falta de voluntad y, sobre todo, de valentía. España paga ahora una multa europea de más de 63 millones de euros por vertidos similares debidos a depuradoras con mal funcionamiento. El Estado ha de repararlas. Sin embargo, admite que la multa seguirá incrementándose porque no podrá hacerlo hasta 2025. En Ibiza, seguiremos esperando apestados.
Mientras tanto, las víctimas somos los ciudadanos. Y aquí nadie coge el toro por los cuernos. Los ecologistas ni están ni se les espera. Y el concejal del área, Jordi Salewski, muestra una pereza infinita cada vez que alguien le pide explicaciones en el pleno. ¿Dónde está la Fiscalía de Medio Ambiente? ¿Dónde la Oficina Anticorrupción?