Si algo te dan los años es experiencia y capacidad de frenar antes de tomar según qué decisiones. No porque seas especialmente inteligente sino porque, en el pasado, seguro que ya has chocado 1.000 veces contra la misma pared y, en la 1.001, decides que mejor girar hacia otro lado. Azahara Peña parece ser esa joven impulsiva que por agradar a sus jefes del PSOE es capaz de todo. Hasta de utilizar su cuenta de Twitter para insultar a diario a quienes hacemos este periódico. Nada que decir al respecto. La libertad de expresión es lo que tiene. Y en tiempos de redes sociales no queda más remedio que asumir que en algún momento alguien echará mano del emoji de la caquita para referirse a nosotros. Te puede hacer hasta gracia.
El problema con Azahara Peña no es ese. El problema es que el impulso la ha hecho exponerse demasiado y, claro, cuando llega el contrato es difícil no pensar en un enchufe al uso. Yo no voy a cuestionar si esta chica vale o no para trabajar en el Plan de Infancia municipal. Ahora, ser monitora de campamento es una cosa y decidir qué actividades hacen nuestros hijos de la mano del Ayuntamiento es otra. Ser una recién graduada no tiene nada que ver con llevar años ejerciendo como educadora social.
Ojalá esta chavala haga un gran trabajo por el bien de los niños de esta ciudad. Y ojalá yo tenga que envainármela y reconocer que es una crack en lo suyo. Pero, de momento, el único mérito que tiene es el del impulso tuitero. Y, sobre todo, el de comportarse como una vulgar trol que no tiene en cuenta que los ciudadanos le pagamos el sueldo. Y es que, no lo olvidemos, el dinero que cobra en la FSE-PSOE y el que pueda recibir ahora procede de nuestros impuestos.