Don Tancredo. Hace años mi padre me habló de este individuo. La RAE lo recoge como «personaje del toreo cómico que esperaba inmóvil como una estatua la salida del toro». En mi casa no somos taurinos ni mucho menos, pero le gusta usar ese símil. No puedo dejar de acordarme de ello cada vez que pienso en cómo está gestionando de cara a la opinión pública el Ayuntamiento de Vila todo lo que huele a fútbol en los últimos tiempos y en especial el último capítulo de la Copa del Rey.
Me imagino a Rafa Ruiz inmóvil, prácticamente sin respirar. No vaya a ser que el ligero movimiento, quizás un pestañeo haga que el foco se ponga en él. Quizás era el momento de tomar cartas en el asunto, salir y explicar cosas. Posicionarse. Dar la razón a unos u otros. Mediar, buscar soluciones... pero no. El Don Tancredo de Vila no quiere llamar la atención. Y aquí un asturiano, que va para cinco años en Ibiza y le coincidió todo este crecimiento del deporte, ve las cosas con asombro, prácticamente avergonzado y preguntándose que cómo es posible que los principales actores de este disparate no sientan lo mismo.
La imagen para el resto de España es patética por no decir otra expresión. Yo que no entiendo de estas cosas, eso de gobernar o tener empresas... Ni idea vaya. Vean ustedes que solo junto letras con mayor o menor acierto. Pero hay una idea que me ronda la cabeza en las últimas horas en lo relativo al partido de Copa del Rey y el uso de Can Misses. Si se trata de un tema económico como se desliza desde el comunicado del CD Ibiza. No sería más sencillo presentar las facturas y que los rojillos vean lo que cuesta el partido, lo que cuestan todas y cada una de las cosas que se necesitan. Ahí se acabaría cualquier debate. Se acabaría cualquier enfrentamiento. Es una idea tan simple, que quizás la respuesta sea: qué sabré yo de gobernar y dirigir cosas.