Tradicionalmente la primera feria turística del año viene marcando lo que cabe esperar de la próxima temporada de verano. Se empiezan a hacer cuentas sobre los niveles de reservas en los diversos mercados de procedencia de nuestros visitantes y, a partir de los mismos, los distintos negocios turísticos programan las posibles fechas de apertura, así como las previsiones de plantillas que van a necesitar.
Hace tan solo unos días que ha finalizado Fitur, esa primera feria a la que me refería y la misma se ha cerrado con buenas expectativas de ocupación de cara al verano. Pero dentro del optimismo generalizado, no podemos olvidarnos de ciertas circunstancias negativas sufridas la pasada temporada y que desgraciadamente no se han solventado, por lo que siguen siendo una amenaza de cara a la posibilidad de tener un verano totalmente tranquilo.
La principal amenaza a la que me estoy refiriendo, es el que sigue siendo uno de los grandísimos problemas sin resolver en Eivissa y Formentera, la vivienda. No conviene olvidar las dificultades a la hora de completar las plantillas necesarias para ofrecer un correcto servicio, que la mayoría de negocios sufrieron. Tanto hoteles, como bares, restaurantes, empresas de transporte, etc., sufrieron la falta de personal.
Buena parte de ese personal tan necesario, proviene de distintos puntos del territorio español y vienen a nuestras islas para trabajar los meses de verano; o mejor dicho, les gustaría poder venir. Y digo que les gustaría, ya que muchos de ellos se ven obligados a renunciar a los puestos de trabajo que se les ofrecen, ante la imposibilidad de encontrar una vivienda mínimamente digna y a un precio razonable, en la que residir.
A día de hoy, el problema persiste y si tenemos en cuenta que los precios de los alquileres, ni han bajado, ni se han moderado, parece claro que la situación en lugar de mejorar, ha empeorado. El acceso a la vivienda sigue siendo «el gran problema sin resolver». Parece mentira que los problemas vividos el año pasado, no hayan servido para tomar consciencia de la necesidad de coger el toro por los cuernos y empezar a aprobar y aplicar medidas que sean efectivas a corto plazo, ya que no se puede seguir esperando que el paso de los años, o el libre mercado, acabe solventando el problema, ya que parece claro que eso no va a ocurrir.
Recientemente se ha conocido la propuesta del Presidente del Consell d'Eivissa de crear un foro permanente de dialogo sobre el problema de la vivienda. Más que un foro de diálogo, lo que haría falta y con urgencia, sería un pacto insular de todas las fuerzas políticas para trabajar conjuntamente; de lo contrario la idea parece más bien utópica.
Se trata de una propuesta que, conociendo al conjunto de actores políticos que hay, difícilmente cabe la posibilidad de albergar alguna esperanza en que acabe siendo una realidad. No podemos olvidar que nos encontramos a pocos meses de unas elecciones locales, insulares y autonómicas; por lo tanto estamos en época de brillantes propuestas, de grandes promesas y de supuestos compromisos de futuro, que nunca van a acabar siendo una realidad.
Ninguno de los partidos está por la labor de pactar por el bien general. Ni el propio partido del Presidente Insular, ni el resto, tanto si gobiernan, como si están en la oposición, están dispuestos a ceder la menor cuota de protagonismo y aparcar sus propios intereses, para centrarse en trabajar por el interés colectivo.
Demostrado está que son incapaces de ponerse de acuerdo en lo más evidente. Sin ir más lejos en la lucha contra las viviendas turísticas ilegales, cada uno sigue sin bajarse del burro y haciendo la guerra por su cuenta; a pesar de que todos son conocedores de que ese es un factor esencial para empezar a atacar la falta de vivienda asequible.
Por parte de unos, todo se centra en construir pequeños proyectos de vivienda nueva de protección; mientras que los otros ni tan siquiera eso hacen cuando gobiernan. Todos ellos son víctimas de intereses de carácter superior; los de Eivissa están obligados a arrodillarse ante Palma y dicen amen a todo lo que desde allí se ordena y los de Palma, viven supeditados a los intereses de Madrid y también aceptando lo que allí se decida.
Ninguno de ellos tiene la menor capacidad de influir en las decisiones que se toman en instancias superiores. Sirvan como ejemplos la falta de empatía demostrada por el Gobierno del Estado a la hora de aprobar un sistema de control de los alquileres, por más urgente que sea para Baleares; o el posicionamiento en contra del PP al conjunto de un proyecto de ley de vivienda, pretendiendo dejarlo todo en manos de la oferta y la demanda, cuando está más que demostrado que eso no sirve de nada.
Hacen falta menos propuestas brillantes y más compromiso real con la sociedad.