En el Congreso, el 25 de agosto de 2022, 205 diputados aprobaron la Ley de Garantías de la libertad Sexual. Votaron en contra el PP, Vox y los catalanes de la CUP. Conocida como la ley del «solo sí es sí», desde que entró en vigor ha favorecido la excarcelación de 38 agresores sexuales y la rebaja de penas a más de 400. La alarma social, unida al escándalo político, ha movido a la parte socialista del Gobierno a registrar en el Parlamento una proposición de reforma.
Lo han hecho arrastrando los pies, forzados por las circunstancias y divididos porque Podemos -las ministras Irene Montero y Jone Belarra- siguen defendiendo la ley en vigor. Aunque no ha pedido disculpas Pedro Sánchez que hasta hace poco defendía la ley señalando que sería imitada por otros países está rectificando por boca de ministros como la titular de Justicia (Pilar Llop) o el de Presidencia (Félix Bolaños) que ahora dicen que es una ley «imperfecta». Tan imperfecta como alertaron en su día informes del Consejo de Estado, el Consejo Fiscal e incluso quien entonces era ministro de Justicia, Juan Carlos Campo. Informes que el Consejo de Ministros despreció.
¿Por qué? Pues porque esta ley, junto a la llamada Ley Trans, era uno de los proyectos estrella de Podemos en general y de Irene Montero en particular. Sobre el error advertido y no tenido en cuenta se ha escrito y descrito sobradamente subrayando el empecinamiento y la ignorancia trufada de soberbia de la citada ministra. También ha sido sobradamente señalada la irresponsabilidad política de un Gobierno que presume de ser el «Gobierno de la gente» pero han tardado cuatro meses en reaccionar ignorando el dolor de las víctimas de las agresiones.
De quienes hemos hablado menos pese a ser igualmente responsables de esta chapuza es de los diputados de los diferentes partidos que con su voto aprobaron una ley cuyo texto, a la luz de los hechos, no parece exagerado señalar que ni lo habían leído. Actuaron como meros autómatas, culiparlantes del engranaje de los Grupos Parlamentarios que se mueven como obedientes correas de transmisión que acatan las órdenes de los jefes de los partidos y cuyo papel se reduce a levantarse o quedarse sentados a la hora de votar las leyes. Votaron a favor 205. Ninguno se ha disculpado. Lamentable.