Aún no ha empezado la campaña electoral pero ya están los principales partidos políticos, en especial aquellos que temen perder el poder, prometiendo el oro y el moro, a ver si así cazan algún incauto que, embelesado con los cantos de sirena preelectorales, acabe sucumbiendo como Ulises. Si uno no se convence de votarles gracias a las pagas extra repartidas con profusión, ha de convencerse con las promesas electorales. Francina Armengol ha prometido, además de la jornada laboral de cuatro días por semana (cosa que escapa de sus competencias, pues corresponde al Estado), un tranvía que una Palma y Calvià para la próxima legislatura. Ha añadido que su propósito es «llevar el tren a todo el mapa de Mallorca». A Ibiza, nada de nada, que para eso votaron al PP. ¡A fastidiarse! El tranvía mallorquín será sufragado también por los ciudadanos de las Pitiusas, sin que ni el Estado ni el Govern balear contribuyan a adecuar la red viaria de Ibiza a esta ‘movilidad sostenible'. Y eso que el líder de los socialistas ibicencos, Josep Marí ‘Agustinet' es el conseller de Movilidad y Vivienda del Govern. No cabe mayor desprecio.
Por su parte, Pedro Sánchez ha lanzado otra propuesta de última hora para embelesar a la concurrencia de cara a la jornada de mañana, 8-M, y ya de paso distraer la atención sobre el ‘caso Mediador' y atenuar la división en el movimiento feminista por la Ley Trans. El presidente del Gobierno anuncia una ley para garantizar la paridad en la política, la empresa privada y colegios profesionales, imponiendo listas cremallera. Pero ¿por qué excluye a las federaciones deportivas? En la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), de 42 integrantes de su Junta Directiva, sólo seis son mujeres. Sería divertido ver cómo Sánchez acaba con ese campo de nabos. No lo verán sus ojos, ni los de Irene Montero.