El Evangelio nos habla del encuentro de Jesús con la samaritana. Junto al pozo que Jacob cedió a su hijo José, el Señor aprovecha la ocasión para darse a conocer como el verdadero Mesías, que Dios envía para la salvación del mundo. La mujer samaritana afirma: cuando el Mesías, el llamado Cristo, va a venir. Cuando el venga nos anunciará todas las cosas. Jesús le respondió: Yo soy, el que habla contigo. La transformación que la gracia espera en esa mujer es maravillosa. La mujer no sólo cree en Jesucristo, sino que evangeliza al pueblo.
El pensamiento de la samaritana se centra ahora solamente en Jesús y, olvidándose del motivo que la había llevado al pozo, deja su cántaro y se dirige al pueblo, deseando comunicar su descubrimiento. Toda conversión auténtica se proyecta necesariamente hacia los demás, en un deseo de hacerles partícipes de la alegría de haberse encontrado con Jesús. Todo cristiano debe practicar la fe de Jesús y anunciar su Evangelio.