Parece ser que las previsiones que se pudieron vislumbrar en las últimas ferias turísticas, en base al ritmo de reservas de cara a este próximo verano, se van cumpliendo conforme se acerca el inicio de la temporada turística. El sector hotelero y las empresas ligadas a la industria turística en las Pitiusas, se muestran bastante optimistas de cara a la posible cifra de turistas que nos puedan visitar en los próximos meses estivales.
Pero claro, el buen ritmo de reservas, ligado al inicio de la temporada, no significa que pese a recuperar cifras pre pandemia, el verano vaya a ser una balsa de aceite exenta de problemas. Lo cierto es que la mayor parte de los problemas que se sufrieron el año pasado, se mantendrán como espada de Damocles sobre nuestra principal industria, el turismo.
En la mayoría de casos, los problemas siguen ligados a las dificultades que persisten a la hora de poder encontrar vivienda a precios asequibles, tanto en Eivissa como en Formentera. Algún sector ya se ha visto obligado a recuperar medidas que habían quedado olvidadas; como ocurre con los hoteles, que no están teniendo más remedio que volver al sistema de tener una parte de sus habitaciones para sus propios empleados, como se hacía antaño. Se ha tenido que volver a ese sistema ante la posible renuncia de sus trabajadores a los contratos que se les ofrecen, ante la imposibilidad de hacer frente al alquiler de una vivienda donde residir durante la temporada.
A este mismo problema deberán enfrentarse muchos otros negocios turísticos, al margen de los hoteleros; si bien en sus casos la solución es incluso más complicada ya que no suelen disponer de habitaciones en sus negocios, que poder ofrecer a sus empleados. Por lo tanto está en peligro la posibilidad de poder completar las plantillas necesarias para ofrecer un servicio adecuado.
Por otro lado, persistirán los problemas relacionados con la movilidad, ya que no hay ningún cambio reseñable en este aspecto. Seguiremos con un deficiente sistema de transporte público y por lo tanto, la foto del día a día seguirá siendo la del colapso de nuestras carreteras. No solo se seguirá con el mismo contrato de concesiones que está más que vencido, ya que el actual equipo de gobierno, al igual que el anterior, no ha sabido en cuatro años trabajar con la suficiente eficiencia para dejar resuelto el nuevo contrato de concesión, lo que supondrá que el uso del coche privado se siga viendo como algo muy necesario. Y por lo que se va conociendo de la nueva propuesta de concesión, me temo que tampoco va a servir para resolver la problemática.
Otro tema sin resolver, es el del posible exceso en el número de visitantes que podamos recibir y que por ello se resienta la calidad de los servicios que se les puedan ofrecer. Cada vez se va extendiendo más la convicción de que hay que determinar un techo en cuanto al número de turistas que estamos en disposición de recibir y atender correctamente. Para ello resulta imprescindible resolver con urgencia la problemática de la vivienda vacacional, con un actual excesivo número de plazas legalizadas y posiblemente con un número todavía superior de otras ilegales. Sigue faltando eficiencia y contundencia a la hora de luchar contra todo tipo de oferta ilegal.
Y es precisamente la falta de eficiencia en la lucha contra esa oferta ilegal de viviendas turísticas, lo que hace que este indecente negocio se siga extendiendo; afectando negativamente y de lleno al conjunto de negocios que en nuestras islas giran en torno a la industria turística.
En la misma línea de acotar hasta donde se puede llegar en el número de turistas que recibimos, encontramos el reciente debate en cuanto a la cantidad de cruceros que simultáneamente pueden atracar en nuestro puerto comercial. El puerto actual es más que suficiente para cubrir todas las necesidades en lo que al transporte marítimo se refiere, siempre que no nos olvidemos de que un crecimiento constante y sin ningún tipo de límite, en un territorio limitado como son nuestras islas, es un grave error que solo nos puede guiar a la autodestrucción.
La cuestión de la cantidad de cruceros que puedan permanecer atracados simultáneamente en nuestro puerto, se resuelve con una correcta y realista programación de la actividad en el mismo. Hay que priorizar las operaciones de transporte de mercancías y pasajeros regulares entre las islas y de estas a la península y, una vez cubierta esta programación de forma correcta, ver a cuantos cruceros se pueden acoger y que servicios se les pueden ofrecer.
En ningún caso y, por supuesto debería quedar muy claro, se deben priorizar los intereses comerciales y económicos de las empresas de cada uno de los sectores antes citados, frente al interés general y a la preservación y mantenimiento de nuestra principal industria, el turismo. Nuestra forma de vida y nuestro futuro, no se pueden poner en peligro por la avaricia exacerbada de unos pocos a quienes nuestro territorio no les importa absolutamente nada.