Viene Francina Armengol a Ibiza a presentar su programa electoral y lo hace en un acto en el que no se permiten las preguntas de la prensa. El debate de campaña de IB3 está en el aire porque la misma señora y sus asesores no están de acuerdo con los turnos que se han fijado por sorteo. El Ayuntamiento de Ibiza no contesta a ni una sola de mis preguntas (casi 100 sin respuesta en algo más de un año). Y, dicen, hay órdenes de ‘Agustinet' dentro del PSOE para que no se dé bola a los profesionales de esta casa. Buena prueba de ello es que ni un solo socialista acepta sentarse en el Bona Nit Pitiüses de la TEF.
Con estos mimbres, resulta que desde los satélites mediáticos del PSOE a mí se me cuestiona como periodista y se me llama, entre otras cosas, «tardofranquista» porque no me gusta el mamotreto de la obra de Isidor Macabich. Oigan, aquí algo no cuadra. ¿No habíamos quedado en que la censura era cosa de fachas? ¿No se nos dijo que los cargos públicos están obligados a responder a la prensa porque así lo fija la Constitución en su artículo 20? Que a mí me parezca una aberración lo de Macabich, ¿da derecho a dos adocenados a insultarme pública y gratuitamente?
Hay dos cosas que yo llevo especialmente mal. Una es la mentira y la otra es la hipocresía. Que me insulten estos personajes no me da ni frío ni calor. Pero que lo hagan desde la tribuna de un medio que, por ejemplo, demonizó el golf todo lo que pudo y ahora sus gerifaltes organizan torneos con la supuesta excusa de «acercar este deporte a los ibicencos» me toca mucho las narices. Yo no soy tardofranquista (ni «übercuñada»). Vosotros sí que sois unos fascistas.