El procés separatista catalán tuvo uno de sus particulares campos de batalla en redes sociales como Twitter. Estas fueron fundamentales para que tanta y tanta gente creyera que la patraña de la independencia podía pasar de la utopía a la realidad. Allí se batían el cobre todos, desde los líderes de la cosa, hasta las cándidas tietes que pensaban que en una Cataluña independiente comerían cada día helado de postre. Como si el helado fuera caviar.
Intentar trasladar aquello a la campaña electoral de Ibiza es una estupidez. Básicamente porque aquí no se juega con el sentimiento como se hizo en Cataluña, no hay el mismo volumen de población y, sobre todo, no se pagan las millonadas que allí se pagaban por estas campañas virtuales. Y así pasa lo que pasa, que entra una en las cuentas de Twitter de, por ejemplo, los socialistas de Ibiza y se encuentra con que solo se retuitean entre los que tienen cargo o aspiran a tenerlo. Es una cosa endogámica que da hasta pena porque, cuando has sido tuitera hiperactiva, sabes que defrauda mucho el ver que tus mensajes no tienen la difusión que tú crees que deberían tener. Pero ahí siguen. Tuiteando entre ellos en horas de trabajo, por cierto. Y se lo han tomado tan en serio que hasta han creado varios perfiles falsos para darle vidilla a la cosa.
De entre todos estos trolls, destaca el del dirigente socialista que se hace pasar por una gatita. A mí personalmente me genera mucha repugnancia pensar en un cincuentón que se identifica virtualmente con una cachorrita. En su cabeza seguro que parecía una idea cojonuda. Pero, la verdad, es que, como mínimo, lo que ha logrado ha sido hacer el ridículo más espantoso. Y, como decía Tarradellas, «en politica, es por fer de tot, menys el ridícul».