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Elecciones 28M

Rafael Ruiz, el socialista que olvidó de dónde venía

Rafa Ruiz, este domingo durante la noche eletoral. | Arguiñe Escandón

| Ibiza |

Muchos políticos suelen encerrarse en una torre de oro cuando ganan las elecciones. Una torre a la que solo tienen acceso aquellos que impiden, por voluntad propia o impuesta, que el gobernante en cuestión tenga conexión con la realidad del territorio que debe gobernar. El ya alcalde en funciones de Ibiza, Rafa Ruiz, gran perdedor de la última noche electoral, ha pecado precisamente de esto, de desconectar con la realidad de la ciudad y de ignorar las quejas de muchos residentes de la misma que se han visto gravemente afectados por sus decisiones. Sorprendentemente, tras conocer su propia derrota, Ruiz no dudó en afirmar que no había detectado en la calle el malestar reflejado en las urnas.
La remodelación de Isidor Macabich seguramente haya sido la tumba electoral del socialista. Una obra necesaria que, sin embargo, se llevó por delante a varios comerciantes y que ha dejado a otros endeudados hasta las cejas. El proyecto en sí tenía como objetivo principal la modernización de la red de saneamiento. Sin embargo, Ruiz prefirió venderlo como necesario para construir «una ciudad amable» porque tendría un largo carril bici. Pocos ciudadanos aceptarían como normal una inversión de 4,5 millones de euros y la ruina de varias empresas para la construcción de una vía ciclista. Pero en Can Botino pensaron que era mejor vender eso que un cambio de tuberías.

La suciedad en Vila ha sido otro de los motivos por los que los ciudadanos han enviado a Ruiz a la oposición. No hay ningún barrio de la ciudad que pueda presumir de unas calles limpias. Los residentes de Vila se han hartado de contenedores apestosos, calles llenas de heces y un hedor a orín insoportable en cuanto suben las temperaturas. Por no hablar de los delirantes horarios de recogida de las diferentes basuras. Ante esta situación, la postura del gobierno del PSOE y Unidas Podemos ha sido la de echar la culpa al PP porque redactó, allá por 2015, el pliego de condiciones de la contrata. Nunca han admitido voluntariamente que la adjudicación fue una de las primeras acciones del entonces recién estrenado alcalde Ruiz.

La falta de seguridad se ha convertido también en un factor de estrés en contra del PSOE. Y es que en barrios como el de La Marina se han hartado de ser víctimas de los cada día más numerosos yonkis y sintecho que pululan por la zona histórica de la ciudad. A pesar de que sus quejas han sido numerosas, el Ayuntamiento gobernado por Rafa Ruiz no solo no ha puesto solución sino que ha tomado decisiones que han contribuido a empeorar la situación. Es el caso de la inexplicable e injustificada apertura del callejón de la calle de Enmig, que ha tenido como consecuencias un incremento de la inseguridad y de la suciedad en una de las vías más transitadas por los turistas que visitan Vila.

Unida a la falta de seguridad está la deficiente gestión del cuerpo de la Policía Local, que ha provocado un fuerte malestar entre los propios agentes. Sindicatos como CCOO han denunciado en repetidas ocasiones la falta de material con la que trabajan los policías, los bajos sueldos con respecto a lo que pagan otros consistorios o la escasa presencia policial en las calles por la imposibilidad de completar la plantilla. El malestar, además, se ha extendido dentro del propio Consistorio a la práctica totalidad de los departamentos. Muchos trabajadores han denunciado, siempre off the record, el trato al que se han visto sometidos por Ruiz y sus concejales a lo largo de la última legislatura. Un trato que les llevó incluso a manifestarse el pasado mes de diciembre durante la celebración del último pleno del año. No lograron nada pero quedó claro que buena parte de los trabajadores municipales rechazaban de plano tanto al PSOE como a Unidas Podemos.

Las inundaciones y los vertidos fecales en zonas como sa Llavanera o es Pratet han sido otro de los puntos negros del gobierno de Rafa Ruiz. Y lo que más ha indignado a muchos ciudadanos ha sido la dejadez con la que el Consistorio ha afrontado estos desagradables problemas. Ni siquiera ha sido capaz de exigir al Govern de la también perdedora Francina Armengol que reparara de una vez por todas el tanque de tormentas del puerto, que se estropeó en julio de 2022 y que casi un año después aún no funciona al 100%.

La sumisión de Ruiz a Armengol, por otro lado, ha llevado al socialista a dar por buenas acciones como la escasa oferta de VPO en al ciudad. Cierto es que Ruiz ha presumido en numerosas ocasiones de que Vila ha sido el único consistorio que ha aportado suelo para este objetivo. Pero no lo es menos que es casi imposible venderlo como un logro cuando en ocho años solo se han entregado las llaves de 87 viviendas. Su silencio ante escándalos como el fracaso de la cesión del solar de la antigua comisaría o su empeño en ceder al Ibavi el suelo de Santa Margarita para VPO son otras dos muestras que vienen a dar la razón a quienes han criticado al alcalde ahora en funciones por su incapacidad para exigir al Govern aquello que Ibiza merece.

Ruiz, además, ha actuado con una grave falta lealtad hacia la institución del Consell d'Eivissa. Lo ha demostrado en varias ocasiones a lo largo de la legislatura, pero, sobre todo, con la renuncia a ejecutar el proyecto redactado por el Gobierno de Vicent Marí para la remodelación de la E-10. Todo con la justificación de redactar otro que incluyera un aparcamiento subterráneo y, otra vez, un carril bici. El empeño en este caso llega a tal punto que se ha licitado la apertura de una oficina para un proyecto que no existe y se ha aprobado otro por más de 600.000 euros para la construcción de una vía ciclista provisional.

Este tipo de desmanes con el dinero público han sido también rechazados por los vecinos, sorprendidos por inversiones como la de los más de 400.000 euros en una encuesta sobre vivienda de dudosa utilidad. Por no hablar de los escándalos como el de Nascor, con la contratación de la secretaria general de las Juventudes Socialistas, Azahara Peña, en el centro y la sombra del presuntamente corrupto Alfonso Molina planeando sobre el contrato. Lo mismo puede decirse del escándalo del pelotazo de Talamanca o de las contrataciones de cargos de confianza cuya utilidad para el ciudadano nunca se ha llegado a demostrar.

El listado de despropósitos es largo. Pero merece la pena recordar otros escándalos como el de la instalación de un aparcamiento para su moto a las puertas de su casa o el del enfrentamiento con una controladora de la ORA por haberle impuesto una multa. Por no hablar del misterio de la sanción de la Policía Local al coche de su concejal del área, Rosa Rubio, o del desastre de los bonos patrimonio capitaneado por la después defenestrada Desirée Ruiz Mostazo.

Rafa Ruiz ha perdido las elecciones obteniendo el peor resultado que ha logrado el PSOE en Vila desde 2011. La tentación será la de culpar a otros de lo sucedido pero quizás debería haber tenido en cuenta que para llegar a la realidad de la ciudad hacía falta salir de Can Botino, cerrar Twitter y tener claro que ni Salt Bae, ni Amadeo Salvo, ni las pequeñitas gatitas ayudan a ganar unas elecciones cuando ya llevas dos legislaturas a la espalda y tu balance de resultados es escaso.

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