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Opinión

La culpa es de Rivera

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La desaparición de Ciudadanos es una mala noticia para la política española. En un momento de polarización extrema, cuando la campaña para las elecciones del 23 de julio se afronta como una pelea entre la radicalidad de Vox o Bildu, se precisa una opción de centro.

La salida de Inés Arrimadas no puede confundirnos. Aunque su última etapa al frente de Cs estuvo llena de enfrentamientos personales y de egos mal digeridos, la debacle, el final, la protagonizó Albert Rivera.

El político catalán irrumpió muy joven, quizá demasiado joven y con demasiadas ganas de comerse mundo, en una sociedad que empezaba a enseñar la patita del independentismo y donde ERC ganaba terreno a la familia Pujol, cada vez más implicada en desatinos contables.

Tal era su entusiasmo que no dudó en aparecer desnudo en unas vallas publicitarias para atraer votantes.

A partir de entonces, una meteórica carrera le llevó a rozar el poder y la gloria. En las elecciones generales de abril de 2019, antes de ayer, solo le faltaron doscientos mil votos para ganar al PP. Y ese fue su objetivo. Se veía en la Moncloa y no quiso pactar con Pedro Sánchez un gobierno de coalición.

El error fue tan descomunal que ahí empezó el declive de su carrera y la de Ciudadanos. Además de frustrar la posibilidad de lograr un ejecutivo de centro izquierda como en muchos países del entorno.

El denominado «Gobierno frankestein» nunca hubiera existido, ni la vicepresidencia de Pablo Iglesias, ni los apoyos legislativos de Bildu. Todo lo que sus sucesores en los escaños de Cs tanto han criticado en esta legislatura, y que su ex jefe podía haber evitado si no le hubiera cegado la ambición y el personalismo.

Siete meses después, en noviembre de 2019, abrasado en las urnas, presentó la dimisión y dejó a Arrimadas la difícil tarea de gestionar el fracaso. No ha podido ser. La huida de sus principales dirigentes daba imagen del declive y el electorado no vota a perdedores.

Con un PP forzado a negociar con Vox, que crece en cada campaña electoral, la falta de un centro político es una pésima noticia en el panorama actual.

Es verdad que Albert Rivera pasó de coquetear con la socialdemocracia a competir con la derecha del PP, pero alguien tendrá que volver a inventar unas siglas que representen a ese votante moderado que huye de extremismos y que se ha quedado huérfano.

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