No creo que los votantes de Vox estén muy felices de que sus diputados en el Parlament estén durante dos semanas bloqueando la tramitación de los presupuestos del Govern, no aprobando el techo de gasto, mientras no se calendarice la implantación de la libre elección de lengua en la Educación a su gusto. A cambio de saber cuándo y cómo piensa el Govern cumplir con el punto 54 del pacto suscrito entre PP y Vox, relativo a la libre elección de lengua en la Educación, la formación ultraconservadora impide la tramitación de los presupuestos de la Comunidad Autónoma que habían de eliminar el impuesto de sucesiones y donaciones en determinados casos, reducirlo en otros, suprimir el impuesto de transmisiones patrimoniales en la compra de la primera vivienda a los menores de 30 años o reducirlo a la mitad para los menores de 35 años, familias numerosas, monoparentales o con personas con discapacidad a su cargo, solucionar la falta de oncólogos en Ibiza con la creación de las plazas de muy difícil cobertura dotadas de un plus para compensar los inconvenientes de residir en Ibiza, eliminar el requisito del catalán en la sanidad pública, y muchas otras medidas largamente demandadas que corren el peligro de quedarse en agua de borrajas si Vox sigue bloqueando la aprobación del techo de gasto y el proyecto de ley de presupuestos para el año 2024.
La ciudadanía lanzó un mensaje muy claro en las elecciones autonómicas del mes de mayo. Exigió un cambio en las políticas y que la izquierda abandonase el gobierno y pasase a la oposición. La primera fuerza política en el Parlament (PP) y la tercera (Vox), suscribieron un acuerdo con 110 medidas que han de ponerse en marcha en esta legislatura. Pero eso no significa que hayan de ejecutarse de cualquier manera cuando llevamos cuatro meses de legislatura. Hay asuntos delicados, como la libre elección de lengua, que requieren una planificación, una aplicación gradual, consensuada con la comunidad educativa, invirtiendo recursos y haciéndolo de forma correcta, para evitar conflictos y que termine siendo un fracaso.
Vox no puede pretender que las cosas se hagan de un día para otro. Y menos aún puede admitirse que el chantaje y la amenaza sean herramientas políticas válidas entre dos partidos que tienen un pacto firmado. Las discrepancias, que son lógicas y normales, han de resolverse de forma discreta y sin tensionar la vida política. Pero no está sucediendo así y presenciamos una crisis entre PP y Vox que compromete la acción del Govern de Marga Prohens. Y tritura la imagen de Vox como socio de gobierno fiable y responsable.
Rechazar el techo de gasto del Govern, del que depende la tramitación de los presupuestos de la Comunidad Autónoma, por una discrepancia sobre la libre elección de lengua, es matar pulgas a cañonazos, además de incumplir el acuerdo suscrito. Vox pierde toda credibilidad y fiabilidad, además de un diputado de los ocho con que comenzó la legislatura, porque no se puede forzar la máquina de esta forma tan irresponsable y caprichosa sin que su propia estructura política se resienta.
Xisco Cardona es ahora un diputado no adscrito y Vox tiene siete diputados y no ocho, como tenía cuando se conformó el Parlament. ¿Le sale a cuenta este descalabro para someter al Govern? Al Govern no se le somete. Se le deduce.
Hacerlo como lo están haciendo los diputados de Vox, con Idoia Ribas al frente, es hacerse el harakiri. Los presupuestos no son menos importantes que la libre elección de lengua. Al contrario. Son mucho más importantes. Y si siguen bloqueándolos, comprometen al Govern y trasladan el mensaje nefasto de que lo que se ha trabajado conjuntamente con el PP, no vale nada. Pero lo vale todo.