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El ‘marronazo' heredado de la carrera profesional

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La identidad profesional médica se basa en una serie de valores y atributos que marcan nuestra idiosincrasia: ciencia, conciencia, alto nivel competencial, deontológico, bioético, comunicacional, técnico, asistencial, interactivo, organizativo y la excelencia profesional que exige un gran compromiso formativo durante toda nuestra trayectoria, base de nuestro conocimiento altamente cualificado. Todo esto complementado con un altísimo nivel de responsabilidad. Pero el principal elemento definitorio del colectivo médico es la relación médico paciente, - ya descrita en el código de Hammurabi-, y la alianza terapéutica ahora en riesgo por una serie de factores. Ese es el gran legado médico transgeneracional que merece la más alta consideración social, a través de la declaración de patrimonio inmaterial de la humanidad de la UNESCO, ahora pendiente. La pandemia fue un gran escenario donde se demostró el gran componente vocacional y de servicio a la ciudadanía. ¿O es que hay mayor testimonio que los 150 médicos en activo muertos por el COVID?

Dicho esto, es pertinente ahora hacer pedagogía de que lo que es la carrera profesional, (CP), que es un derecho que viene recogido en la LOPS desde el 2003, que se propuso tres objetivos: el reconocimiento legal a la excelencia en un sistema de desarrollo profesional homologable, la evaluación periódica y voluntaria de las prácticas profesionales y el impulso de un nuevo modelo de formación y aprendizaje. Es decir, es una normativa básica del Estado. Por eso, nosotros la exigimos y la reclamamos con uñas y dientes. Es un contrato social entre la profesión médica y la sociedad. El beneficiario último: el paciente. Nada anhela más un médico que el reconocimiento y la valoración social de alto nivel que la sociedad hace de sus tareas profesionales.

La CP en Baleares ha sido un calvario ya que ha sido sometida al acoso y derribo desde el 2007. En 2010, el Pacto de Progreso le metió el primer hachazo. Posteriormente, Bauzá perpetró otro asalto. Más tarde, en la primera legislatura el PSOE intentó cargársela, objetivo que no consiguió por la unión sindical, y ya para despedirse la actual presidenta del Parlamento nacional, Francina Armengol, incumplió el acuerdo de carrera y paralizó su convocatoria desde el 2018. Resultado: unos 1.400 médicos y más del 50% de los profesionales del IB-Salut vieron cómo sus derechos de implantarse y subir de nivel (hay cuatro) se vieron cercenados en lo que yo llamé un ‘armengolazo' por la dimensión del recortazo: más de 30 millones al colectivo médicos y otros tantos a otros colectivos. Lo hicieron con premeditación y alevosía. Simebal, sindicato cuyo liderazgo ha sido clave en la puesta en marcha y la mejora en la carrera desde el 2007, llevamos el incumplimiento al Juzgado y estamos esperando sentencia que reconozca la retroactividad retributiva y los intereses devengados. Rechazo todo tipo de ‘quejorrea', pero los médicos estamos hartos del maltrato y negligencia institucionalizada de las administraciones sanitarias. Es muy difícil de soportar la deuda que tiene con nosotros el Estado: jibarizarían del 40 % de la paga extra y trienios desde el 2010 ( 240 millones de euros a nivel nacional) del ínclito Zapatero y el vergonzoso agravio que supone que los 4-5 años de guardias obligatorias que realizamos no computen como tiempo trabajado para la jubilación.

Menos mal que nuestro grado de responsabilidad supera con creces al de los gobernantes porque si no estaría la población mermada como lo están nuestros derechos. La tristeza en el colectivo médico viene cuando somos conscientes de que sólo se nos aplaude cuando la vida de todos está en peligro porque, en el día a día, se nos engaña, se nos echa a los pies de los caballos y se nos enfrenta a los pacientes como si nosotros no fuésemos víctimas de una pésima gestión de los recursos que quienes gobiernan tienen en sus manos. Bien, la gran promesa electoral del PP y de Marga Prohens, léase la carrera profesional, se va a empezar a negociar en la semana próxima, tal como nos comunicó el director del Ib-Salut, Javier Ureña. Ese es el resultado de la exigencia y presión que ha ejercido Simebal, una vez más liderando la carrera, ante la actual administración. Lo tenemos claro: queremos negociar la retroactividad, la asignación extraordinaria de nivel, la aplicación del IPC anual, la optimización retributiva de los niveles actuales (alejados de la media española) y el nivel cinco que valore la excelencia profesional. Además, claro está de la productividad variable, que debe de optimizar las cantidades misérrimas que durante ocho años nos pagó el Pacto de Progreso. Por cierto, enhorabuena a la ciudadanía de Ibiza, que gracias a su movilización, también nosotros los acompañamos, ya tiene la plantilla de oncólogos que se merecen. Ahora toca otras especialidades. Ya saben, en derrota transitoria pero nunca en doma.

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