No hay legislatura en la que no descubramos ciertos personajes que habitan en la política, aparentemente gente normal y comprometida con los asuntos públicos que, en un momento dado, sin que se aprecie razón alguna, o al menos que se sepa, deciden revelarse como indignos del puesto que ocupan, a veces como autoridades con poder en las instituciones, otras como simples representantes ciudadanos en las asambleas, parlamentos o plenarios de las distintas administraciones públicas. No hay forma de evitar que aparezcan estos elementos que parecían respetables, serios y responsables; pero llegado el momento, deciden dar el paso, tomar protagonismo, sorprendernos y presentarse como personas sin principios, sin palabra y sin otra motivación que su propio beneficio y conveniencia. Naturalmente, no hablan claro y no dicen sinceramente, sin tapujos ni engaños, las verdaderas razones que les mueven a apartarse de sus partidos políticos, gracias a los cuales lograron el puesto que ostentan. Al contrario, defienden con bastante descaro que es el partido quien se ha apartado de su compromiso con los electores y que ellos, que son gente honesta y con principios, que velan por el interés general y que no soportan los atropellos ni las mentiras, se ven en la obligación de denunciar la situación, apartarse de su formación, pero mantener el escaño o la poltrona concreta que les tocó en suerte. En estos días donde la actualidad política se ve sacudida por escándalos que a todos nos parecen intolerables, personajes como Llorenç Córdoba en el Consell de Formentera, José Luis Ábalos en el Congreso de los Diputados, o unas semanas antes, cinco diputados autonómicos de Vox, se nos han revelado como políticos completamente impresentables, que no conocen el significado de la palabra dignidad y que tampoco les avergüenza demostrar claramente el tipo de personas que en realidad son. No les pesa dar escándalo porque todo les da igual.
Opinión
Políticos dando escándalo
Joan Miquel Perpinyà | Ibiza |