Leídas y releídas las dos exclusivas con las que este domingo mi compañero Juanan Torres ha puesto negro sobre blanco el contenido de las grabaciones de Llorenç Córdoba, a mí la única palabra que se me ocurre es la de «cutre». Y es que solo a un cutre se le puede ocurrir semejante imbecilidad para lograr cobrar más de lo que ya cobra. Hablamos de un tipo que, entre un cargo y otro, se levanta anualmente más de 100.000 euros. Y no me extrañaría nada que ya lo tenga todo preparado para subirse a sí mismo el sueldo con la excusa de que ahora, por culpa de José Alcaraz, tiene más trabajo. Este debe ser de esos que considera que todo lo que se le pasa por la cabeza es una jugada maestra.
Si cobrando lo que cobra, tiene difícil llegar a final de mes y su familia, dice, pasa hambre, es evidente que no está capacitado para gobernar porque su preocupación no es la gestión de lo público sino la superación de los problemas privados. Me pregunto cómo explicará eso de la pobreza extrema cuando tiene a dos hijas estudiando fuera de Formentera. Insultante y cutre.
Córdoba no es más que el manipulador de siempre, que pretende que los demás caigan en su falso victimismo para lograr lo que quiere. Y, cuando no le sale bien, acosa hasta destruir a su víctima real. Eso tiene un nombre en psicología. Y, si me apuran, hasta en el Código Penal.
Pedirle que dimita es un gasto de energía baldío. La situación es tan grave que la única alternativa es que GxF y el PSOE hagan piña con Sa Unió para gobernar de aquí a 2027 y dejar que este personaje se consuma a sí mismo. Tienen ya, creo, la siguiente legislatura más que garantizada.