No hay consuelo para la izquierda balear, que llora la pérdida del control político que han ejercido sobre la Comisión Balear de Medio Ambiente (CBMA). Este órgano cuyas decisiones arbitrarias y lentísimas han perjudicado notablemente a muchas familias es una anomalía en nuestra comunidad autónoma, dado que en el resto no existe. Los trámites ambientales ahora serán resueltos en última instancia por la futura responsable de este organismo que ahora pasará a ser unipersonal, Paz Andrade, una jurista ibicenca que deberá implementar rigor y criterio donde no lo ha habido.
Los satélites de MÉS per Mallorca y el PSIB ya no contaminarán una CBMA que ha eternizado muchos trámites aparentemente sencillos. Su voluntad no era la de proteger el territorio o el medioambiente, sino simplemente entorpecer para desincentivar a los propietarios y promotores. Con esta decisión, el Govern de Prohens cumple otro de sus compromisos y se espera que los trámites ambientales gocen de mucha mayor agilidad, así como mayor criterio técnico-jurídico que hasta ahora ha brillado por su ausencia.
En la izquierda se rasgan las vestiduras e intentan contaminar la opinión pública diciendo que se pierden controles necesarios. Nada más lejos de la realidad. Los únicos que pierden el control son ellos, por eso se revuelven. Agilizar no significa desproteger, sino aportar seguridad jurídica y permitir el desarrollo de los derechos que confiere la Ley. La reducción de la presión fiscal, la simplificación administrativa o las políticas de territorio deben ser los caballos de batalla de un Govern que está siendo capaz de desquiciar a la oposición, mientras absorbe los votos de sus socios que se van desintegrando a pasos agigantados. El camino hacia 2027 es todavía pedregoso.