No sé si aconsejarle a Vicent Marí, presidente del Consell d'Eivissa, que escriba una carta a la ciudadanía para denunciar que se siente víctima de una persecución judicial y política exigiendo que no se publique ni una sola noticia más sobre el caso ‘La vida Islados'. De esta manera podría conseguir que se adelantase su desimputación del caso, que no vuelva a publicarse nada más sobre la investigación sobre la contratación de la campaña de promoción turística, y que allane su camino para volver a ser candidato del PP al Consell en 2023. Si no fuera por las encuestas que ya le dan 9 consellers de 13, igual Marí debería plantearse un cambio de estrategia ante su situación procesal, pasar de la prudencia y la moderación que ha mostrado hasta ahora (a pesar de pertenecer a un partido de la fachosfera) e iniciar la táctica que utiliza Sánchez y todo el PSOE con la imputación de Begoña Gómez.
No somos conscientes de que España ha iniciado una nueva etapa histórica, donde cuando a alguien se le imputa hay que cuestionar al juez, sus decisiones y su instrucción. Decir la chorrada de que «hay una regla no escrita» de no imputar a alguien cuando hay campañas electorales, olvidando que Begoña no se presenta a ningunas elecciones. La táctica realmente es novedosa en Europa, aunque no tanto en los países sudamericanos, donde algunos políticos populistas lo han utilizado de forma reiterada durante años y preocupantemente con bastante éxito.
Si llegase el caso también aconsejaría a Marí que criticase los informes de la UCO que le fuesen contrarios a sus intereses y elogiase los que apoyasen su actuación política. Tampoco sería el primero. Recuerden que Pilar Costa negó que la Guardia Civil hubiese rastreado sus mails sobre el ‘caso Puertos' cuando este periódico incluso publicó las fotocopias de los informes de la UCO donde se desvelaba dicha información. Sin ningún tipo de rubor, la ya amortizada Costa decía categóricamente que «todo esto es mentira». Solo le faltaba añadir que si lo publicaba el panfleto solo podía ser falso, pero no se atrevió a tanto. Pero les aseguro que eso es lo que dijo hace un año.
Al margen de ironías, realmente vivimos una etapa política muy preocupante por varias cuestiones. En primer lugar, que un presidente del Gobierno utilice toda la estructura pública para defender las actividades de su esposa es una situación inédita en España. Tampoco ha ocurrido nunca que una esposa del presidente haya sido investigada por la justicia por sus dudosas actividades profesionales. En tercer lugar, resulta insólito y preocupante que el propio presidente, sus ministros y su partido intenten influir en el juez que ha tomado una resolución contra su esposa que, recuerden, fue avalada parcialmente por la Audiencia Provincial de Madrid. Por último, es repugnante que se utilice RTVE o el CIS para defender los intereses de Sánchez y que desde el PSOE se califique de tabloides o medios fake a todos aquellos digitales o periódicos que publican noticias sobre Begoña Gómez. Sobre el acoso y derribo del PSOE contra medios no afines podríamos escribir una tesis doctoral en Ibiza, aunque el fracaso de los estrategas del aquel veto que aún hoy continúa fue histórico, como se pudo ver en las elecciones del pasado año. Nadie aún ha dimitido por ello.
Está muy claro que lo importante ahora es que el imputado juegue un nuevo rol en la política siguiendo la ‘doctrina Begoña Gómez'. Ya no tiene que dimitir, ni dejar de ser candidato, ni por supuesto dar explicaciones. Ahora tiene que exhibirse en mítines y tener todo el respaldo de su partido, y al que le ocurra pedir explicaciones decirle varias veces «fango» y poner punto y final a la discusión. No hace falta ser un lince para ver que todo lo que está ocurriendo no puede acabar bien, no sé si esta misma noche cuando se conozcan los resultados de las europeas o en unos meses cuando se vaya desgranando la investigación contra Begoña Gómez. Lo que sí espero es que Marí no utilice los métodos de la esposa de Sánchez y que espere pacientemente la decisión judicial sobre el caso ‘La vida Islados'. Y dignamente, por supuesto. Los ciudadanos se lo agradecerán profundamente