Los diferentes gobiernos que ha tenido la comunidad autónoma han tenido, con mayor o menor grado, una vocación de ser eso que se llama gobiernos business frendly, esto es, gobiernos que han procurado mantener un diálogo más o menos fluido con el mundo empresarial. El actual gobierno de Margarita Prohens no solo no es una excepción, sino que a priori parece defender una predisposición todavía mayor a entender la figura de la empresa como un motor esencial de la sociedad. La celebración la semana pasada de la Gala del Empresario, evento anual que organiza la Confederación de Asociaciones Empresariales de Baleares (CAEB), que este año tuvo lugar en las instalaciones del R.C.D. Mallorca, fue un ejemplo de ello, cuando el discurso de cierre de la presidenta Prohens fue un verdadero reconocimiento a la figura del empresario.
Es por ello que ha causado notable extrañeza la posición inesperada de la presidenta en el seno del Parlamento balear, en el sentido de que el gobierno balear iba a entrar un proyecto de ley en la cámara autonómica aumentando las cuotas del impuesto de desarrollo sostenible, más conocido como ecotasa. Ante dicho anuncio, la reacción de las federaciones hoteleras (que están integradas en CAEB) fue fulminante y coincidente en rechazar esta medida. La supuesta luna de miel que el gobierno balear parecía tener con el mundo empresarial registraba una grieta muy preocupante, que se verá cómo evoluciona.
Tal como la presidenta lo presentó, mover la ecotasa al alza era una medida de política fiscal que se presentaba, no con un ánimo recaudatorio, sino con la finalidad de afectar a las corrientes turísticas en temporada alta. O sea, que por la vía de la imposición se provocase que viniesen menos turistas. Subir la ecotasa para afectar a la demanda.
La oposición que casi todo el mundo manifestó desde el primer momento, se ha sustentado en que la ecotasa realmente no tiene ningún efecto en las corrientes turísticas. En efecto, ¿qué impacto tiene sobre la demanda cada euro de subida de la ecotasa? ¿Se sabe? Está claro que no. Ante el patente desconocimiento del impacto de una medida, lo que siempre procede en política económica es quedarse quieto. Es absurdo querer regular sobre algo que ni el que lo propone sabe qué impacto tiene.
Sin embargo, la extrañeza ante esta propuesta tiene una consideración más profunda. Fijémonos en lo que realmente nos están diciendo: si aumentamos la ecotasa en temporada alta es porque es entonces cuando más turistas vienen y así se conseguirá que vengan menos. Y con esto, contribuiremos desde el Govern a luchar contra la masificación. Supongamos que esto fuese cierto, que la ecotasa afectase a las corrientes turísticas Pues lo que se está diciendo -y no sé si el Govern se da cuenta- es que lo que se pretende es sencillamente bajar la ocupación hotelera y asimilada y la de las viviendas vacacionales legales, cuyos clientes son los únicos que pagan la ecotasa. De este modo, con el aumento de la ecotasa directamente se afectaría a las actividades legales y con ello, de ser cierto el impacto, se reduciría la ocupación de esa oferta legal. Habría que preguntar a los empresarios grandes, medianos y pequeños de alojamiento hotelero y extrahotelero, así como a los propietarios de las viviendas vacacionales registradas en la administración turística, qué les parece una medida como esta que lo que está diciendo es que se pretende reducir los viajes, la ocupación y, por ende, la facturación, con el consiguiente impacto en resultados y empleo y también con un impacto indirecto negativo en las actividades proveedoras.
Y lo anterior, sin tener en cuenta que, en paralelo, la oferta ilegal se iría de rositas porque esta oferta elude por definición el pago de ninguna ecotasa. En definitiva, se quiere resolver un problema complejo, como es la masificación, sobre las espaldas de las actividades legales. No parece la mejor manera de defender la principal actividad en las islas y, por ende, las actividades complementarias que giran alrededor de ella.
Por otra parte, la filosofía de las mesas por la sostenibilidad, actualmente en marcha, es que las medidas sean consensuadas y surjan de la sociedad económica y civil. Con esta propuesta, se vulnera este objetivo y se toma una medida unilateral contra el parecer del principal sector de actividad del archipiélago. Parece poco consenso, por no decir ninguno. Si no se ha sacado ninguna enseñanza de las mesas por la sostenibilidad y la medida estrella es esta de la ecotasa, la cuestión es muy inquietante.
En definitiva, hay que solicitar del Govern, o del departamento del que haya salido esta propuesta, que reflexione de verdad sobre lo que está proponiendo, que sea consciente de las implicaciones reales y no teóricas y con ello se pueda revertir la desagradable sorpresa que todavía existe sobre este asunto.