Por ser simples bulos hay que ver lo lejos que ha llegado la causa contra el ex número dos de Sánchez, al que se le acusa de formar parte de una banda criminal mientras era miembro del Gobierno como ministro de Fomento.
Tanto hablar de bulos que cualquier ciudadano podría pensar que el asunto de las mascarillas se iría diluyendo en los juzgados, que los jueces darían carpetazo al escándalo (lo mismo dijeron sobre Ruiz y el ‘caso Puertos’) y que el tema no pasaría ni el primer filtro judicial. Pues parece que la campaña de desprestigio organizada desde el PSOE contra jueces y medios de comunicación no afines se está desmontando cuando lo que ha hecho el Tribunal Supremo es solicitar el suplicatorio de José Luis Ábalos al considerar que su declaración es poco convincente y que, por lo tanto, hay que seguir investigando.
A falta de mucho recorrido judicial se puede hablar ya de hechos probados. Primero, que una empresa pagaba el piso a la amiga de Ábalos, que a su vez cobraba 1.500 euros cada vez que acompañaba al ministro a un viaje oficial. Llamarla amiga a 1.500 euros el viaje es realmente grotesco. La amiga, además, fue colocada a trabajar en una empresa pública.
Dos, el exministro disfrutó de una casa de veraneo en Cádiz pagada por una empresa afín al comisionista Víctor de Aldama. Ábalos pidió un piano para su hija.
Tres, Koldo García, el exasesor que manejaba los hilos desde el Ministerio de Fomento, cuenta con un patrimonio que no puede justificar con sus ingresos. Se le encontraron 37.000 euros en efectivo en su domicilio. Koldo ha dicho hace unos días que pagaba directamente el piso de la amiga de Abalos, algo que desmiente los mensajes detectados por la UCO.
Cuarto, Ábalos, con un sueldo de unos 5.000 euros al mes, pretendía comprar un piso en el paseo de la Castellana de Madrid por casi dos millones, muy lejos de sus posibilidades económicas y, sobre todo, de las aspiraciones de cualquier dirigente socialista coherente con sus ideas.
Cinco, Ábalos dijo que apenas conocía a Víctor de Aldama de alguna reunión, pero el comisionista tenía pase vip para pasar con su propio vehículo al Ministerio y ya se ha publicado una fotografía junto al exministro en la sede del PSOE. Es preciso recordar que la portavoz del PSOE dijo que era falso que Aldama hubiese estado en las dependencias socialistas. Las imágenes demuestran todo lo contrario.
Con todo lo sabido hasta ahora, y a falta de que la instrucción comience de manera efectiva y que todos los implicados den su versión de sus hechos, seguir hablando de bulos es realmente un insulto a la inteligencia de cualquier ciudadano.
Cuando se sepan todos los negocios turbios que se hicieron desde el Gobierno de Sánchez mientras los españoles eran obligados a estar encerrados en sus casas por la pandemia, habrá que exigir responsabilidades tanto a los que cometieron delitos como a todos aquellos que han intentado ensuciar la imagen de los medios de comunicación valientes y comprometidos con la verdad. Afortunadamente aún quedan periodistas que en lugar de aplaudir las vergüenzas de algunos políticos (el equipo de opinión sincronizada lo llaman) trabajan para que se conozca la verdad.
Tenemos algunas experiencias de que nunca suele ser rentable atacar a un medio de comunicación (ya lo saben en el PSOE ibicenco por experiencia propia), pero lo relevante es que cuando todo estalle, y que nadie dude que estallará, serán necesarios muchos años para rehabilitar un partido político que ahora mismo está salpicado por la corrupción. Luego todos se lamentarán de lo que ha ocurrido y por participar en este vodevil de cuarta categoría.