Como todos sabréis a estas alturas, el pasado lunes la Península Ibérica se quedó sin electricidad y sin comunicación. A mí este suceso me cogió fuera de España e iba siguiendo las noticias que llegaban (al principio con cuentagotas) sobre este hecho de una manera bastante «tranquila». En Formentera (donde se halla mi familia) tampoco tuvo demasiada repercusión, puesto que formamos parte de los territorios «que se libraron» del apagón y las consecuencias fueron mínimas, afectando sobre todo a la conexión telefónica e internet. La cuestión es que, como no podría ser de otra manera, como sucede cuando ocurre cualquier evento, el que sea y yo no estoy «cerca» de casa, recibí la primera llamada que recibo siempre en estos casos: la de mi madre. Porque no importa lo que haya sucedido, yo creo que mi madre siempre se imagina el peor escenario posible, a saber, para ella debo estar tirada en alguna cuneta o secuestrada por alienígenas. Supongo que eso es parte inherente de ser madre.
Según la Real academia de la lengua española, madre es, entre otras acepciones: «mujer que ha concebido o ha parido uno o más hijos»; «mujer en relación a sus hijos»; «mujer con cualidades atribuidas a una madre, especialmente su carácter protector y afectivo»; «mujer que ejerce de madre»; «matriz en que se desarrolla el feto»; «autora, creadora o fundadora de algo»; «causa, raíz u origen de donde proviene algo» (...) estas son algunas de las de las definiciones de «madre». Hoy que es primer domingo de mayo y se celebra el día de ellas, me gustaría añadir más acepciones. Hay mujeres que no paren nunca y son madres; hay mujeres embarazadas que jamás actúan como tal. Hay mujeres que no desean tener hijos y son madrazas y otras que tienen instinto maternal con o sin hijos propios. Ser mamá es mucho más que albergar una vida en el vientre. Es una actitud de cuidado y protección. Hay hombres que son madres.
Una madre es un lugar seguro, un refugio, un olor a hogar. Por eso, cuando nos faltan, no importa la edad que tengamos, nos quedamos huérfanos. Con un número de teléfono que ya no volverá a llamarnos ni podremos marcarle para que nos diga qué hacer cuando estamos enfermos. Porque madre no hay más que una. El mensaje de «estás bien», «recuerda que hoy es el cumpleaños de tía», «come algo», «llévate una chaqueta» o la llamada desesperada porque te haya podido suceder cualquier cosa (siempre lo peor) es cosa de madres.
No importa qué tipo de madre sea, biológica o adoptiva, primeriza o madre de siete hijos, siempre, siempre, siempre, en una madre hay amor y caldo en la nevera.
¡Felicidades a todas las madres, de la clase que sean! Y a la mía: he desayunado bien, no hace frío, tengo comida y tuppers suficientes por si se produjera un ataque alienígena.
Muy bonito. Hubiese quedado mejor si hubieses dicho que ese apagón fue culpa de los inútiles de los tuyos, los socialistas, esos seres de luz que no dan una a derechas. Pero claro, cómo vas a criticarlos, sería pedir un milagro que fueses objetiva o imparcial.