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Especulación sin límite a la vista

| Ibiza |

El drama de la vivienda sigue siendo un tema de absoluta actualidad y por lo tanto el centro de atención de todos los profesionales que trabajan de alguna manera en el sector inmobiliario en las Pitiusas. De algún modo todos los profesionales que tienen relación con el citado sector inmobiliario acaban coincidiendo en dos cuestiones: por un lado en la evidente gravedad de la situación y por el otro, en la necesidad de construir de forma urgente un gran número de viviendas nuevas, para poder hacer frente a la altísima demanda que existente.

Dentro de esas dos coincidencias, surgen diversas propuestas a la hora de determinar cómo se puede combatir un problema de tales dimensiones, si bien ninguna de ellas supone una solución práctica inmediata. En todos los casos se incide en la urgente necesidad de seguir construyendo, si bien hay matices diferenciales. Por parte del Colegio de Arquitectos se propone como solución contemplar seriamente el crecimiento inmobiliario en vertical, evitando en la medida de lo posible la sobreocupación del frágil territorio insular. Los arquitectos se muestran contrarios a la posibilidad de construir en las áreas de transición antes de que se haya agotado el suelo urbano y urbanizable.

Desde el Colegio de Aparejadores se está a favor de la posibilidad de construir en esas áreas de transición en rústico sin que se haya agotado el suelo urbano y urbanizable disponible. Está claro que en este caso se es más drástico en la exigencia de la rápida construcción de vivienda nueva, entendiendo esta necesidad como la única solución a la problemática habitacional.

Por parte de los Agentes de la Propiedad Inmobiliaria tampoco se contempla otra solución que no sea la de construir más y más vivienda nueva. Lo cierto es que en todos los casos, la solución mágica propuesta pasa por la necesidad de aumentar sustancialmente el stock de vivienda disponible para tratar de equilibrar el volumen de demanda con la oferta. Y desde su punto de vista profesional tiene su lógica, puesto que su negocio y por tanto sus ingresos tienen como base la comercialización de cuanta más vivienda mejor.

Salvo algunos matices por parte de los arquitectos, no se vislumbra por parte de todos estos profesionales posibilidad o alternativa realista al margen de la nueva construcción. A todos ellos parece que se les olvida la directa relación existente entre el alquiler turístico residencial y la falta de vivienda disponible en nuestras islas. En algún caso sí se habla de la necesidad de atacar ese alquiler turístico cuando se explota ilegalmente, pero ello resulta claramente insuficiente.

Tampoco desde la administración competente parece que se vea el calado de la problemática y por tanto no se actúa con la suficiente contundencia. Se intenta parchear la situación con la aprobación de medidas insustanciales que desgraciadamente de nada van a servir para cambiar la tendencia especulativa que constriñe el presente y el futuro de nuestras islas. Lo último que se ha aprobado es la prohibición de dedicar al alquiler turístico las casas unifamiliares construidas posteriormente a 1956. Nueva idea básicamente publicitaria y sin relevancia real sobre el terreno, ya que en la actualidad ya son cientos y cientos de viviendas de todo tipo dedicadas a esa actividad. Por otra parte, esta idea contrasta con la inexistencia de la prohibición expresa en la nueva amnistía urbanística, de que esas viviendas legalizadas se destinen al negocio turístico de alquiler.

Pero es precisamente la administración quien tiene en sus manos la posible solución más efectiva a la problemática habitacional en las Pitiusas. No basta con luchar decididamente contra el alquiler turístico ilegal; eso solo puede y debe ser un primer paso imprescindible pero insuficiente. Hay que reconducir el caos que la propia administración creó en su momento, aprobando y admitiendo la posibilidad de que se hiciera negocio turístico con el alquiler de viviendas residenciales. Con ello se fulminó de un plumazo toda la lógica urbanística y habitacional existente hasta entonces. Se hizo desaparecer la diferencia entre edificación turística y vivienda residencial, alentando con ello en una situación de mercado libre como la actual, la especulación sin límite alguno.

No basta con eliminar cualquier atisbo de negocio ilegal con la vivienda residencial, hay que acabar también con el negocio regulado. Hay que devolver el sentido original a los planes urbanísticos. Hay que recuperar la vivienda residencial para que viva la población y que el negocio turístico tenga lugar en aquellas edificaciones construidas expresamente para ello. Es preciso desmontar el mayor error cometido hace muchos años desde la administración en cuanto a la gestión habitacional.

Para ello es imprescindible que los responsables de la caótica situación actual asuman su responsabilidad y se atrevan a actuar. Son miles y miles las viviendas que no se utilizan para lo que fueron construidas.

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