En los trópicos del Extremo oriente usan el término Amok para el que se torna peligrosamente majareta. Stephan Zweig, que acabó sus días en la brasileña Petrópolis, escribo una novela magistral acerca de tal delirio que a menudo termina mortalmente, como un ataque de rabia. ¿Qué hacer para vacunarse contra semejante horror? Una copa a tiempo es sin duda mi remedio favorito, igual que prefiero la ginebra con tónica antes que las pastillas contra la malaria.
También contra otros virus es efectivo ese regalo divino que es el alcohol. En el rodaje de la Reina de Africa todo el equipo cayó enfermo excepto John Huston y Humphrey Bogart. Cuando la temperamental Katherine Hepburn los acusó de envenenarlos –pues eran los únicos que se mantenías sanos—, éstos respondieron: «Pero Katy, lo que pasa es nosotros no probamos el agua».
Cierto es que se mantenían erguidos gracias al whisky. El H2O siempre ha sido peligroso por las húmedas latitudes del cinturón tropical. También abundaban los sacrificios humanos, para que la sangre regase la tierra y convocara buenas cosechas. Cosas raras del mundo, que aunque siga siendo un pañuelo, es maravillosamente diverso.
Las únicas criaturas que se empequeñecen son las sectarias detox, capaces de predicar más que un testigo de Jehová para convertirte a su mundo mezquino de ideas fijas, abstemias y prohibidoras de la imaginación. ¡Y qué aspecto tan triste tienen! Acostumbran a recorrer las calles del pecado y se llevan algunas pobres almas consigo, que luego harán gala del fanatismo del converso. El único libro que pueden leer es algún manual del gurú de la secta, que suele vivir mucho mejor que sus esclavos. ¿El antídoto para no caer en sus garras en algún momento de debilidad? Una copa a tiempo, por supuesto.