La recuperación del tejido empresarial corre paralela al excelente comportamiento de la economía, en especial en Balears. Los indicadores señalan que ya se están alcanzando las cotas previas a los años de la última crisis, datos que es necesario traducir en la creación de puestos de trabajo; el efecto social más importante de la bonanza. Sin embargo, lo más trascendental de estos índices reside en determinar la consistencia del vigor económico. España está logrando dejar atrás de una de las recesiones más profundas de las últimas décadas –comparable a los períodos más negros de nuestra historia reciente–, pero el esplendor actual no tiene que desaparecer como ya ocurrió en el año 2008, cuando estalló la burbuja inmobiliaria y arrastró a todo el sistema financiero español.
Un poco de memoria. Balears experimenta un notable incremento en la creación de empresas debido a una coyuntura económica excepcional y así debe entenderse. Los tipos de interés que ofrece nuestro sistema financiero, bajo el paraguas del Banco Central Europeo, están bajo mínimos y la demanda turística está alcanzando unos niveles que desbordan cualquier previsión. Ambos factores han sido determinantes para favorecer un flujo inversor en el sector turístico muy importante, pero los peligros reales están en la necesidad de contener los primeros síntomas de la especulación inmobiliaria. Hay que evitar caer en los mismos errores que en el pasado.
Consolidar el crecimiento. Balears debe generar un nuevo escenario económico basado en la excelencia aprovechando los excedentes turísticos en áreas en las que el empresariado balear tiene una experiencia contrastada. La innovación, también en turismo, es moneda casi común en la comercialización digital, pero hay, todavía, campos en los que se puede profundizar, en especial en la industria náutica y en la investigación científica. El papel de las instituciones es fundamental en toda esta etapa.