Este viernes en Sonorama Ribera Ibiza los componentes de Arde Bogotá compartirán cartel con artistas como Iván Ferreiro o Mikel Erentxun, aunque su participación en el festival no es algo nuevo. El batería del conocido grupo, José Ángel Mercader (Cartagena, 1993), repasa cómo han sido los inicios de la banda, nominada este año a dos Grammy Latinos.
—Se formaron en 2017 y desde entonces han tenido una trayectoria de lo más brillante.
—No somos un grupo nuevo porque acabamos de sacar el segundo disco, aunque podemos decir que somos una banda muy joven y que nacimos cuando sacamos nuestro primer tema, en 2019.
—En Arde Bogotá se repetirá la historia de tantos otros grupos: varios amigos de la infancia que comienzan en la música como un hobby.
—Un poco sí y estamos todos unidos de una forma u otra. Cartagena, al final, es una ciudad pequeña y todo el mundo se conoce. El bajista y el cantante, Pepe y Antonio, fueron juntos a la guardería, pero es que ellos no lo sabían y se enteraron estando ya en la banda. Dani, que es el guitarrista, y yo mismo habíamos coincidido en otras aventuras musicales en Cartagena. Queríamos formar un grupo, el definitivo, y cogimos a Pepe, que había ido conmigo al instituto. A quien no conocíamos de antes era al cantante, Antonio.
—¿Estaba entre sus planes dedicarse a la música de manera profesional?
—En el fondo todos tenemos ese sueño, que es el típico cuando eres niño: ser Axl Rose de los Guns N`Roses. Es verdad que durante los primeros años tuvimos que terminar nuestros estudios y compaginar la banda con nuestro trabajo. Antonio era abogado y yo profesor universitario, por ejemplo, aunque teníamos claro que queríamos apostar por la banda y ponerla por delante de todo.
—No ha salido nada mal esa apuesta.
—No y creo que fue precisamente por apostar tan fuerte por ello.
—Arde Bogotá se define como un grupo de rock elegante e intenso.
—Sí, es un término que quisimos abrazar por el tipo de rock que solemos escuchar procedente de los países anglosajones. Hemos crecido con ese sonido y siempre hemos buscado ese rock de guitarras, pero que no sonara tan sucio y garajero como Marea o Extremoduro, lo que se conoce como rock español castizo. También en nuestra descripción para las redes sociales decimos que a veces hacemos ruido. Al principio, intentábamos hacer música, pero lo que a veces nos salía era ruido porque teníamos que conocernos más y seguir mejorando. Entre tanto ruido, al final, surgieron canciones que nos gustaron.
—Ha hablado de las redes sociales. ¿Ahora mismo es una herramienta imprescindible para un grupo como el suyo?
—Me gustaría decir que se puede prescindir de ellas, pero con las redes se ha incentivado un consumo alternativo de lo que es la música en general. La gente quiere saber qué hace el grupo en carretera o en su tiempo libre o cómo compone. También, ver las caras de aquellos a quienes está escuchando. Al final, estás consumiendo una especie de sitcom, de programa de televisión sobre un grupo que después vas a ver a un concierto. Se cierra así un ciclo porque, ya no es que conectes más con la gente, es que sirve como currículum. Es inevitable y muy necesario que estén las redes, aunque en nuestro caso intentamos usarlas lo menos posible.
—Parece que los festivales como el Sonorama Ribera están en un buen momento.
—Sí. No sé si es que la pandemia nos dio más tiempo para pensar o nos volvió más arriesgados, pero se generaron muchas ganas de regresar a los directos y se incentivó una burbuja de festivales, muchos de ellos nuevos, incluso en pueblos donde nunca nos lo hubiéramos imaginado. Eso nos lleva a pensar que el festival es un tipo de ocio nuevo, en el que haces mucho más que ver a un grupo y lo tienes como un plan para salir con tus amigos. Cuantos más espacios haya para pasarlo bien y socializar y los grupos emergentes puedan tener un megáfono para darse a conocer, es algo positivo. Hemos adoptado muy bien la cultura del festival.
—El último trabajo del grupo se titula ‘Cowboys de la A3'.
—Salió mientras estábamos girando con el disco anterior y casi siempre estábamos en carretera. Cuando no lo hacíamos, intentábamos encontrar un rato para componer en el local. Tratábamos de hablar de lo que supone estar siempre en la carretera, lejos de casa, y llegamos a la conclusión de que, al estar de un lado a otro, eres como un cowboy y de ahí salió. Además, la A3 es la vía que debemos coger desde Madrid para llegar a nuestra Cartagena natal. Nos pareció una buena definición.
—El Sonorama de Ibiza, ¿qué tiene de especial?
—En el de Aranda del Duero, en agosto tocamos ante unas 35.000 personas y aquí serán 400, lo que tiene un encanto inimitable ya que reúne lo mejor de un festival, que es un cartel con muchos grupos, pero con la libertad de poder hacerlo en un gran entorno. Es como una experiencia gourmet y la gente se lo pasa bien sí o sí.
—Por cierto, el grupo tiene dos nominaciones a los Grammy Latinos 2023.
—Fue un shock y nadie lo esperaba. Yo tenía el presentimiento de que sí y hasta aposté dinero por ello. Siendo una banda joven, con dos trabajos, que te nominen a un premio con tanto prestigio es de locos; es como poner una guinda al pastel tras haber hecho un gran trabajo, bonito, en el que nos hemos involucrado. Ganarlo es otra cosa, pero que te nominen es un honor.
—¿Sería partidario de utilizar la Inteligencia Artificial en alguna grabación que recreara la voz de alguno de sus ídolos?
—Vetos a la IA no pondría nunca ya que permite muchas cosas en el campo de la música. Soy partidario de que se use como una herramienta más de tantas para que el artista pueda tener ideas o componer. Nunca haría un dueto con una voz que ya no está puesto que es un poco macabro y es bonito dejar en el recuerdo lo que ya está allí. Ahora con la IA salen un montón de cosas, incluso temas nuevos de los Beatles, pero si lo hace Paul McCartney, en definitiva, es su banda y yo nunca me atrevería a cantar con alguien que ya no está.