Joan Riera, responsable del emblemático restaurante Ca n'Alfredo en Vara de Rey, ha reunido este jueves a 23 de los «abonados» a su mesa a lo largo de las últimas seis décadas. Clientes que comían y cenaban a diario en Ca n'Alfredo y que pagaban una cuota mensual.
El perfil de la gran mayoría de invitados a la comida, entre los que había «sastres, dueños de concesionarios, carniceros, banqueros, sastres y futbolistas», tal como explicaba Riera, coincide en que «eran gente que había llegado a Ibiza a trabajar o a jugar a fútbol y que aquí no tenían ni familia ni pareja».
Joan Pericat vino de Manacor, Martí Serra, de Sa Pobla y Tito Castilla desde Uruguay. «Nos juntábamos aquí para comer cada día, era nuestro punto de reunión», explica José Manuel, que vino desde Valencia para trabajar en la banca, mientras Pericat, Serra y Castilla confirmaban su argumento.
«Comíamos y cenábamos aquí cada día por unas 5.000 pesetas al mes», recordaba José Manuel mientras aseguraba que «con 2.000 pesetas más por el alquiler de la habitación, ya tenía todas las necesidades básicas cubiertos».
Los más veteranos de la mesa, como Vericat, que llegó a Ibiza en 1967, recuerdan que su tarifa mensual era «de 2.000 pesetas al mes» por comida y cena a diario en Ca n'Alfredo . «Siempre nos encontrábamos a los jugadores del Ibiza, que también comían aquí», añadía Serra mientras Pericat comentaba que «entonces, los jugadores eran gente normal y corriente, no ‘dioses' como ahora».
El menú que ofrecía Ca n'Alfredo a sus ‘abonados' consistía en un primero, un segundo y postre, acompañado del vino ‘Dos Pistolas'. «Eso no era vino, eso era un atentado igual que el ‘Franja Roja', que era el otro que había», recordaba entre risas Javier, que llegó a Ibiza «en 1966 destinado como aparejador» y que «no solo comía y cenaba en Ca n'Alfredo , sino que me alojaba en una de las habitaciones de la familia».
De esta manera, la gran mesa que organizó Joan Riera disfrutó, tras «unas deliciosas frivolidades del chef», de un arroz negro y una paella de ciego, rememorando los jueves de antaño. «Cada jueves y cada domingo hacíamos paella», recordaba Joan Riera mientras apuntaba que «sin embargo, a los jugadores, los domingos no les dábamos paella porque solían tener partido por la tarde y no podían jugar al mismo nivel si se atiborraban».
Futbolistas
Entre los jugadores ‘abonados' que llegaron a Ibiza para jugar a fútbol y que se alimentaban en Ca n'Alfredo estaban Darder, Ormaechea o Vicent, que recordaba que «llegué en la temporada 89/90, en tercera, y estuve cuatro temporadas más, cuando ascendimos a Segunda». «Yo llegué la temporada siguiente», añadía Ormaechea que coincidía con su compañero en que «Ca n'Alfredo era nuestra casa». Los jugadores no dudan en asegurar que «Juanito es nuestro padre adoptivo, para cualquier cosa que necesitáramos tanto él como Cati, su mujer, estaban siempre allí para ayudarnos». En este sentido, Vicent recordaba el momento en que «pisé un erizo de mar en la playa y el ‘mister' estaba como loco porque no podía jugar esa semana, Cati me quitó todos los pinchos, uno a uno, con aceite caliente y una pinzas para que pudiera entrenar al día siguiente». «Vivo en Santa Eulària y, cada vez que vengo a Vila, me paso a saludarles», añadía Vicent. Tolo Darder fue uno de los futbolistas más veteranos de la mesa de este jueves, «desde que llegué a Ibiza en 1966», y recordaba que «estuve comiendo en Ca n'Alfredo durante siete años por 1.000 pesetas al mes». Darder sigue siendo una de las figuras habituales en las tertulias que cada mañana se acaban improvisando en Ca n'Alfredo junto a Joan y demás veteranos que no dejan de saludar y visitar este emblemático establecimiento y desde donde surgió la idea de celebrar esta comida fraternal. «Lo único que lamento es que ha habido tres o cuatro comensales que han tenido que excusar su asistencia», explicaba Darder, que participó de manera activa en la organización de tan entrañable encuentro.