Son casi las cinco de la tarde y la cuesta del Puig de Missa en Sant Miquel empieza a llenarse de pasos, voces y trajes. La cita es la misma cada año: el Jueves Santo, el pueblo se transforma para revivir una de sus tradiciones más queridas. Además, este año, es la primera vez que los ‘Passos Cantat’ se hacen después de declararse Bien de Interés Cultural Inmaterial.
Las primeras en llegar son las más jóvenes, que se acercan a colocarse las mantellinas. Algunas se ayudan mutuamente, otras aprovechan para sacarse fotos con el móvil. Mientras tanto, las señoras del pueblo, vestidas con sus mejores galas, se saludan entre sí y cruzan los arcos del templo para resguardarse del sol.
Una madre ajusta con mimo el manto sobre la cabeza de su hija. Otra le pregunta si quiere entrar ya a misa. Una madre comenta que «a mí me ha dado tiempo a echarme siesta y todo. Hemos ido a comer al restaurante y ahora ya aquí, como todos los años». Afuera, un hombre ríe mientras dice: «Yo lo he visto solo una vez».
Cuando suenan las campanas, ya no hay vuelta atrás. El obispo se acerca a las chicas y les pregunta si están listas. Ellas asienten, y entonces comienza la ceremonia. Las mantellinas, portadoras de una tradición única en la isla, se colocan en los primeros bancos, justo frente al altar.
Dentro ya no queda ni un hueco. En los laterales, incluso hay gente de pie. Un matrimonio ha acudido con sus hijos y la abuela. El mayor observa con curiosidad la escena, mientras su padre duerme al pequeño en brazos al compás del coro.
Jordi, llegado desde Madrid, aunque con raíces en Barcelona y Menorca, cuenta que es su primera Semana Santa en Ibiza: «Es totalmente diferente a lo que estamos acostumbrados a ver en la península. Aquí se vive con mucha más calma. Nos está encantando pasear por los pueblos y ver cómo lo celebran», dice.
Los turistas también se acercan. Una pareja que veranea en Sant Carles dice:«Nos ha parecido que era una boda al principio, pero luego hemos caído que es Jueves Santo. Es bonito, la gente lo vive de forma muy sencilla. Es otro ritmo».
María, vecina del pueblo, lleva años participando. «Vamos a ver la Casa Santa, que siempre la decoran muy bonita. Respetamos la Semana Santa. No comemos carne ni el jueves ni el viernes. La procesión de aquí es una de las más bonitas de Ibiza», asegura. Lo que la hace especial, dice, son las mantellinas. «Creo que ningún otro pueblo de Ibiza las lleva. La hace diferente, muy cuidada».
Como comentaba María, la iglesia de este municipio se ha llenado de color gracias a la tradición de las Cases Santes. Esta costumbre, que se celebra cada Semana Santa como muestra de adoración a Jesucristo, consiste en la decoración de altares y rincones de los templos con ramos de flores que los vecinos preparan con esmero.
I amb l'esqueta de lluir mantellina, moltes dones accepten anar darrera darrera, amb tots els homes davant, com Déu mana. Hi ha tradicions que, si es perden, no fa falta tornar-les a reviscolar i més val deixar-les enterrades al temps al que pertanyen. Però ja ho va dir el devot d'en Carlets Marx, que la història es repeteix 2 vegades, la primera com a tragèdia i la segona com a farsa.